martes, 13 de diciembre de 2011

EL MUNDO Y LOS ATENTADOS DEL 11 DE MARZO DE 2004 (1). Para investigar la verdad es preciso dudar, en cuanto sea posible, de todas las cosas (René Descartes)

El día de la Inmaculada Concepción dejé claro que, aparte del pelo lago o corto, rizado o liso, con permanente o estirado, que Jamal Zougam pudiera llevar el día 11 de marzo de 2004:

El Mundo sólo pudo arrojar alguna sombra de duda sobre la fecha en la que el testigo protegido R-10 lo reconoció fotográficamente ante la policía o ante en el Juzgado, cosa que la propia Sentencia número 65/2007 de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional no deja demasiado claro. El diario El Mundo del día 5 de diciembre mencionó en la entrevista una acta de reconocimiento fotográfico que el reportero exhibió ante el testigo R-10 y que, según se dice en la entrevista, estaba fechada el día 16 de marzo de 2004. El testigo R-10 niega que ese día le enseñasen fotografías de Zougam, que en efecto le enseñaron fotografías de él, pero dos semanas más tarde de ese 16 de marzo, día en el que R-10 acudió por primera vez ante la policía. Sólo cinco días después del atentado.
Siendo fieles a la sentencia que preside la primera plana del diario El Mundo del día 6 de diciembre de 2011, día de la Constitución, es muy poco probable que ese día, el 16 de marzo de 2004, no se fechasen actas de reconocimiento fotográfico. Seguramente el reportero del diario El Mundo exhibió ante el testigo protegido R-10 un acta que, con toda probabilidad, fuen fechada ese día. Esa acta sería, por supuesto, un acta de reconocimiento fotográfico porque de lo que no cabe la más mínima duda es de que El Mundo no miente, y menos si se trata de un documento oficial. Suponemos que esto es por su profesionalidad y, además, porque las consecuencias de decir públicamente en un medio de comunicación que un documento oficial es de una manera cuando en realidad es de otra serían funestas para la credibilidad de El Mundo como diario de información general.
Pero insisto: siendo fieles -insisto- a la sentencia que preside la primera plana del diario El Mundo del día 6 de diciembre de 2011, día de la Constitución, cabría dudar de que esa acta de reconocimiento fotográfico, fechada el día 16 de marzo de 2004 y exhibida por el reportero de El Mundo ante el testigo protegido R-10 fuese, en realidad, el acta que certifica que el testigo R-10 reconoció fotográficamente a Jamal Zougam ese día, el 16 de marzo de 2004. Se nombra el acta, es cierto, pero no quién figura en ella ni quién reconoce a quién.
Siendo un documento tan importante ¿Por qué no lo reprodujeron fotográficamente? Esa foto hubiese sido más relevante para la noticia que las tres fotografías de Zougam publicadas o la de el Bulevar de los Héroes de Cluj (ciudad donde vive el testigo protegido R-10) en Otoño.
Pero vayamos a otras cosas.
Hoy nos dedicaremos a observar otro número del periódico El Mundo: el del día siguiente, el del 6 de diciembre de 2011, número en el que se reserva espacio preferente al asunto relativo a los testigos que reconocieron a Jamal Zougam, condenado por: 191 delitos consumados de homicidio terrorista del art. 572.1.1º CP, en concurso ideal con dos delitos de aborto del art. 144 CP; b) 1857 en grado de tentativa del art. 571.1.1º en relación con el 16 del mismo cuerpo legal, c) 4 delitos de estragos con fines terroristas del art. 571 en relación con el 346 CP; y d) y un delito de integración en banda armada, organización o grupo terrorista de los artículos 515,2º y 516,2º CP (página 578 de la Sentencia número 65/2007 de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional).

Gracias al diario El Mundo sabemos que la testigo protegido J-70 es de nacionalidad rumana. Ante el hecho de que este periódico lo destaque en primera plana en su titular más eminente cualquiera podrá colegir que quien redactó este titular piensa que la nacionalidad de la testigo es relevante.
A esta mujer, rumana, se alude en el título del editorial con las expresiones testigo de cargo e impostor:  

A pesar de que el texto del editorial se alude a esta persona como la testigo protegido J-70, que en el título se aluda a ella como "impostor" y no "impostora" podría indicar cierta precipitación o impericia del redactor. Sin embargo, siendo tan evidente que se trata de una mujer que ha sido designada en primera plana como La rumana que reconoció a Zougam es poco probable que el redactor no reparase en la falta de concordancia de género. Así pues, lo más plausible es que optara por escribir "impostor" en lugar de "impostora" para no acusar directamente a La rumana que reconoció a Zougam de impostura. Algo absurdo, puesto que todo indica que ese impostor no puede ser otra persona más que La rumana que reconoció a Zougam y que en la Sentencia número 65/2007 de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional es la testigo protegido J-70.
Saque el amable lector las conclusiones que le sean más adecuadas a tamaño artificio verbal. Lo cierto es que la impostura de la testigo protegido J-70 es el elemento sobre el que El Mundo se apoya para desacreditar su testimonio, a saber: la identificación positiva de Jamal Zougam como viajero del tren en el que ella viajaba aquel fatídico 11 de marzo de 2004.
Veamos en qué elementos basa El Mundo la impostura de La rumana que reconoció a Zougam: la testigo protegido J-70.
Vaya por delante que don Casimiro García-Abadillo y don Joaquín Manso (alguien no lo suficientemente notorio aún para tener una entrada en la Wikipedia, pero lo suficientemente espabilado para tener una cuenta en Twitter), reporteros o autores de esta investigación, afirman muchas cosas. Analizar cada una de ellas por separado sería un trabajo que no realizo por no aburrir al lector con consideraciones atómicas que nos dispersarían del principal propósito de este post y que es determinar si lo que estas personas afirman es relevante o no. Para ello dispondré las fuentes documentales que estos dos profesionales de la comunicación utilizan en su crónica en orden cronológico, algo que ellos no hacen.
Bien, sabemos que la testigo protegido J-70 (o como ellos dicen, La rumana que reconoció a Zougam , si el lector lo prefiere así) recibió una resolución resultante de una solicitud de la interesada (J-70) para obtener el reconocimiento que le pudiera corresponder como consecuencia del atentado terrorista perpetrado el 11 de marzo de 2004 en Madrid.

La resolución, reproducida por el periódico El Mundo fotográficamente, ocultando el nombre de la testigo J-70 y sin que resulte tampoco excesivamente inteligible su letra, afirma que la interesada no acredita el necesario nexo causal entre las lesiones alegadas y el atentado terrorista del 11 de marzo. Esto es correcto: la testigo alegó unas lesiones que pudieron haberse producido en el atentado, pero de la naturaleza de las mismas no se puede determinar que su causa sea el atentado. No renuncio a poner un ejemplo: si esta persona hubiese alegado una contusión en la cabeza, habiéndose ésta podido producir el día 11 de marzo de 2004 en la estación de Santa Eugenia, nada puede demostrar que haya sido así, lo cual no quiere decir, ni mucho menos, que la testigo mienta. La medicina forense ha avanzado mucho, pero no hasta el punto de distinguir los chichones provocados por terroristas de los producidos por un accidente doméstico.
A este respecto estos dos profesionales, o uno de ellos tal vez, incurre en una inexactitud: en el recorte que he pegado arriba se lee que un equipo de valoración de incapacidades que trabajaba para el Ministerio del Interior evaluó al testigo J-70. Bien, en el documento que El Mundo fotografía se dice que este equipo era el Equipo de Validación de Incapacitados de la Dirección Provincial del Instituto Nacional de la Seguridad Social en Madrid (con mayúsculas), que pertenece al INSS, no al Ministerio del Interior. Se trata de una inexactitud relevante: el Instituto Nacional de la Seguridad Social y el Ministerio del Interior son dos instituciones que tienen que ver la una con la otra por el hecho de ser oficiales, nada más. Además, este dictamen lo emitió este Equipo de Validación de Incapacitados no el día 27 de octubre, sino el 30 de septiembre de 2004, según consta en el documento reproducido, si bien no con mucha nitidez, por El Mundo.
En el segundo documento reproducido, con fecha de 24 de enero de 2005, se repite prácticamente lo mismo: la no existencia de lesión indemnizable ni la necesaria relación de causalidad con el hecho de naturaleza terrorista. Sin embargo aquí la situación de la testigo protegido J-70 ha cambiado con respecto al documento anterior del 27 de octubre. La clave de este cambio de situación aparece expresado en un párrafo de la crónica por el que sabemos que la testigo J-70 aportó lo que en principio debe ser una sólida prueba de que viajaba en esos trenes ese día a esa hora y que sufrió la violencia terrorista sin resultar muerta ni con una lesión lo suficientemente grave como para mostrar de manera inequívoca que esta mujer se encontraba allí. Esta prueba es una fotografía:

Las frases del tipo "los técnicos no la creían" y las expresiones "impostor" o "La rumana que reconoció a Zougam" sembrados convenientemente a lo largo de una crónica hace que un lector prensa apresurado, como solemos ser la mayoría, no reparemos en este párrafo situado casi al final de la página 4, ni en el hecho de que existe una foto en la que la testigo J-70 aparece fotografiada en el día de autos con otras víctimas en la estación de Santa Eugenia.
A estos dos profesionales de la comunicación no les quedó más remedio que citar esta foto y ningunearla en su desordenado discurso para apoyar la idea de la impostura de La rumana que reconoció a Zougam, que es la historia que quieren contar.
Yo no lo sé con certeza, pero puedo imaginar a la testigo protegido J-70 acudiendo al Equipo de Validación de Incapacitados de la Dirección Provincial del Instituto Nacional de la Seguridad Social en Madrid, que no puede determinar que sus lesiones procedan del atentado; puedo imaginarla desesperándose por no poder demostrar su presencia allí, a pesar de haber presenciado ese horror porque, en efecto, no conservando el billete de tren o no habiendo un documento gráfico, no se puede: sería una cuestión de fe creer simplemente en la palabra. Puedo imaginarla sabiendo que la casualidad en la adversidad la ha favorecido al existir un foto que muestra su imagen en esa mañana de marzo de 2004 en la estación de Santa Eugenia y pudiendo, por fin, probar que ella sí, estuvo allí.
Don Casimiro García-Abadillo y don Joaquín Manso sólo han mostrado el día 6 de diciembre de 2011 en el diario El Mundo cómo difamar a una mujer que estuvo presente en los atentados del día 11 de marzo de 2004 y que vio a un hombre llamado Jamal Zougam en un tren en la estación de Santa Eugenia. Es imposible de todo punto que ese día o los días posteriores J-70 supiese quién era aquella persona que había visto en aquel tren ni lo que había hecho. Esto explica que no lo pudiera identificar, como dicen estos dos profesionales, el día 17 de marzo de 2004, seis días después. Es algo tan sencillo como lo siguiente: la testigo protegido J-70 vio a una persona hace seis días, una persona desconocida para ella, que resultó tener relación con la autoría de los atentados ¿Cómo pretenden estos dos que la denuncie?
Todos los días muchos trabajadores nos desplazamos a nuestros trabajos en autobús o en tren. Allí coincidimos con muchas personas. Alguna de ellas podría ser pedófilo, exhibicionista, terrorista, maltratador, estafador, violador, proxeneta, traficante de armas y explosivos, en fin, cualquier condición criminal que se quiera ¿Tendríamos alguna posibilidad de reconocerlos motu proprio y denunciarlos a la policía como pretenden don Casimiro García-Abadillo y don Joaquín Manso que debiera haber hecho J-70 con Jamal Zougam?
Es evidente que no, pero ello no obsta para que ninguneen la justificación de J-70 ante su tardanza de 11 meses en identificarlo:

J-70 tenía miedo ¿Y quién no lo tendría? Son 191 delitos consumados de homicidio terrorista (...); 1857 en grado de tentativa (...), 4 delitos de estragos con fines terroristas (...); y un delito de integración en banda armada, organización o grupo terrorista (página 578 de la Sentencia número 65/2007 de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional). La gente que hizo esto demostró a qué estaba dispuesta para llevar a cabo sus fines. Entre todos los delitos consumados de homicidio terrorista por los que fue condenado Jamal Zougam la testigo protegido J-70 pudo ser uno más de esos 191.
A don Casimiro García-Abadillo y a don Joaquín Manso esto, como todo lo demás, les importa un pimiento.

P.D.
Confieso que esto resulta tedioso. Pero hay que reparar en que personas como don Casimiro, don Joaquín y otros de los nombrados en este blog tienen la habilidad de propalar ideas como que el testigo protegido J-70 es un impostor sin llegar a afirmarlo categóricamente. Luego, si alguien se lo cree, la responsabilidad de la subsiguiente difamación no se puede sustanciar porque, técnicamente, no lo afirmaron.


Claro que si se lee lo que el editorial que El Mundo publica al día siguiente acerca de la testigo protegido J-70 el día 7 de diciembre:




Podemos observar los jeribeques que ejecutan en este periódico para asociar la falsía y la impostura de quien le cupo la extraordinaria circunstancia de presenciar y sufrir el mayor atentado terrorista de la historia de España y de ver a uno de sus ejecutores.

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