jueves, 29 de diciembre de 2011

El mensaje del Rey y sus intérpretes

Hay varias maneras de leer un periódico, pero todas ellas son letra a letra, sílaba a sílaba y palabra a palabra. El único factor que condiciona la manera de leer un periódico es la cantidad de texto que se lee y la que se deja de leer. Los redactores colocan en lugares destacados (en el titular, en la entradilla) aquello que consideran importante, con independencia de que lo sea en realidad para los lectores. Estos, por regla general, tienen otras prioridades y el tiempo que dedican al periódico es tiempo que distraen de ellas. Pocos pueden leer un periódico por completo, y menos hacer una lectura a fondo.
Algunos periodistas, conscientes de esta situación, se auto-adjudican un lugar eminente en la interpretación de la información, y nosotros, los lectores, nos dejamos seducir por sus opiniones; les atribuimos un conocimiento específico similar al que tienen los médicos para interpretar la sintomatología de las enfermedades. Solemos olvidar que de lo que entienden los periodistas solemos entender todos, más o menos. Los periodistas  no son abogados, notarios, médicos, ingenieros o doctores de la Santa Madre Iglesia. Son transmisores de informaciones. Ser buen periodista consiste en transmitir bien la información, y hacerlo bien es hacerlo fielmente, de manera clara y, si se puede, con estilo.

Interpretar lo que pasa en una sociedad democrática es algo que debiera corresponderles a los ciudadanos. Que los periodistas lo hagan no es malo si los ciudadanos no renuncian a hacerlo también. Si nos limitamos a suscribir lo que interpretan los periodistas intérpretes, cualquiera que sea su línea editorial (su adscripción política, empresarial, religiosa, futbolística, lo que se quiera), estaremos renunciando a nuestro propio criterio.

Es alarmante que en ocasiones como la Nochebuena la gente se adscriba sin matizaciones a los pronunciamientos de algunos. Observe el amable lector cómo se expresaba don Pedro J. Ramírez sobre las expectativas que se formaba ante el mensaje de S.M. el Rey. La red social Twitter ofrece las siguientes intervenciones suyas que presento.



Otro tweet de don Pedro J., en el que reitera lo del anterior tres horas después:


Otro tweet de don Pedro J., dos horas antes del mensaje de S.M. el Rey. Note el amable la insistencia en las alusiones claras al tiempo que la impaciencia por ver cumplidas sus predicciones:



Un tweet más de don Pedro J. tras el mensaje del Rey en el que muestra su alborozo ante lo que considera un acierto pleno en su prospección de las intenciones de S.M. el Rey. Note el amable lector cómo crepita la metáfora ígnea con la que describe la situación en la que queda, según él, don Iñaki Urdangarín, abocado a un final como el de Miguel Servet, Giordano Bruno o Juana de Arco:




Don Iñaki Urdangarín arde en la hoguera

En fin. 

El caso es que Su Majestad el Rey, don Juan Carlos, no nombró a don Iñaki Urdangarín ni directamente ni tangencialmente ni oblicuamente. Júzguelo, si no, el amable lector: el vídeo del mensaje dura 13 minutos con 47 segundos. Pinche el enlace.

La parte del mensaje relativa a la confianza en las instituciones, la justicia para todos y la necesidad de no generalizar está entre el minuto 7:03 y 8:35. Cualquier alusión que pudiera haber visto don Pedro J. Ramírez se encuentra en esas palabras, que transcribo a continuación:


>>Junto a la crisis económica me preocupa también enormemente la desconfianza que parece estar extendiéndose en algunos sectores de la opinión pública respecto a la credibilidad y prestigio de algunas de nuestras instituciones. Necesitamos rigor, seriedad y ejemplaridad en todos los sentidos. Todos, sobre todo las personas con responsabilidades públicas, tenemos el deber de observar un comportamiento adecuado, un comportamiento ejemplar. Cuando se producen conductas irregulares, que no se ajustan a la legalidad o a la ética, es natural que la sociedad reaccione. Afortunadamente, vivimos en un estado de derecho y cualquier actuación censurable deberá ser juzgada y sancionada con arreglo a la ley. La justicia es igual para todos. No debemos, sin embargo, generalizar los comportamientos individuales so pena de cometer una gran injusticia con la inmensa mayoría de servidores públicos y también con empresarios o trabajadores del sector privado que desarrollan su labor de forma ejemplar y honesta. De lo contrario, se podría causar un grave daño a instituciones y organizaciones que son necesarias para la vertebración de nuestra sociedad.>>


No veo ninguna alusión. Puedo pensar que el caso de don Iñaki Urdangarín se encuentra aludido cuando el Rey habla de "conductas irregulares" en la misma medida en la que están aludidos los señores Camps, Costa, Fabra, Dorribo, Crespo, Roca, Varela, etc. Todos ellos arden en la hoguera también si nos atenemos a lo que el Rey dijo. En cualquier caso, alusión clara a don Iñaki no la veo. 

Júzguelo el amable lector. Ahí tiene los elementos.


P.D.

Me he referido a don Pedro J. como me pude haber referido al inefable don Federico Quevedo, que también ha escrito sobre el asunto titulando su opúsculo con un gracejo no exento de fina y selecta erudición cinéfila.


Insinúa un inminente debate sobre el dilema monarquía-república. A él le dedico esta viñeta con el permiso de Jordi Benet.





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