sábado, 8 de febrero de 2014

El general Mola, el profesor Huerta de Soto y Bertrand de Jouvenel.

En 1933 el general Emilio Mola Vidal en el segundo volumen de sus memorias -Tempestad, calma, intriga y crisis- se hizo la siguiente pregunta:
«¿Qué motivos racionales existen para que los españoles concitemos el odio de los descendientes de Israel?»
Más recientemente, en un vídeo subido a YouTube.com el día 20 de septiembre de 2010, el profesor Jesús Huerta de Soto preguntó:
«¿Por qué los intelectuales sistemáticamente odian al capitalismo?»
El general Mola, organizador del golpe de estado del 18 de julio de 1936, respondió a su pregunta con tres razones:
«Tres fundamentales, a saber: la envidia que les produce todo pueblo con patria propia; nuestra religión, por la que sienten aborrecimiento inextinguible, ya que a ella atribuyen su dispersión por el mundo; el recuerdo de su expulsión, que no fue, como se afirma, por capricho de un rey -hay que decirlo claro-, sino por la imposición popular.»
Y concluye diciendo: «¡He aquí los vértices [del] triángulo masónico de las logias españolas!»[1].El general Mola, como podrá suponerse, había leído Los protocolos de los sabios de Sión. Su posición con respecto a los judíos procedía de esa lectura; su vehemencia tal vez procediera de su experiencia africana.

El catedrático de Economía Política de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, Jesús Huerta de Soto, responde también dando tres razones:
«Primero: Desconocimiento teórico de cómo funcionan los procesos de mercado (...). Los intelectuales piensan que han estudiado mucho, pero la mayor parte de ellos son unos completos ig-no-ran-tes (2:35) en lo que se refiere a la ciencia económica.»
«La segunda razón se refiere a la so-ber-bia (2:44) del falso racionalista, la soberbia del intelectual (...)»
«Y la tercera razón, queridos alumnos, que explica el porqué los intelectuales están en contra del capitalismo es muy sencilla -tomen nota: el resentimiento y la envidia (4:57), el resentimiento y la envidia.»

Quién odia a quién o a qué y por qué, pero siempre quién: los hijos de Israel a los españoles, los intelectuales al capitalismo, y para ambas preguntas sendas respuestas, cada una con tres razones. Ambos odios, el de los judíos a los españoles y el de los intelectuales al capitalismo,  comparten una de las razones: la envidia. Judíos e intelectuales, el profesor Huerta de Soto y el general Mola, coinciden en que el odio a los españoles y al capitalismo procede de la envidia en un porcentaje del 33,33333333333333%.
La envidia, que con la soberbia, la avaricia, la ira, la lujuria, la gula y la pereza forman los siete pecados o vicios capitales. Pecados «capitales» porque, como establece el Catecismo de la Iglesia Católica (1866), generan otros pecados o vicios.
La envida no es el único pecado capital implicado en esta cuestión. La soberbia, otro pecado capital, constituye la segunda de las tres razones que el profesor aporta:
«Y caen [los intelectuales] en el pecado fatal de arrogancia o soberbia con gran facilidad hasta el punto que está más legitimado que nosotros mismos para decidir qué tenemos que hacer» (3:09).
Esto supone que del odio que los intelectuales profesan al capitalismo un 66,66666666666667% es pecado capital, que por ser «capital» engendra otros pecados o vicios, como ya ha quedado establecido. El 33,33333333333333% restante se debe a que «la mayor parte de ellos» -los intelectuales- «son unos completos ignorantes (2:35) en lo que se refiere a la ciencia económica».
Sin embargo, aunque la cadena de causas y efectos o de hechos y consecuencias que se supone que existe entre un extremo -la ignorancia de la ciencia económica de los intelectuales- y el otro –el odio subsiguiente hacia el capitalismo- no sea mostrada en ningún momento, el profesor cita una afirmación de Friedrich August von Hayek que dice:
«El orden social empresarial dice Hayek que es el más complejo que hay en el Universo (1:48)»
Esto, naturalmente, tendrá que ser tomado como un axioma, dado que es imposible demostrar su veracidad. Cierto habrá de ser, si lo dijo Hayek. Tomar esto como una figura retórica y llamarlo hipérbole, que es lo que hubiera hecho cualquier intelectual, sería poco menos que atribuir al premio Nobel de economía de 1974 tendencias propias de los economistas del sur de Europa más bien, más dados estos a la desmesura y a la desproporción que los distinguidos próceres de la Escuela Austríaca, caracterizados por la moderación y la exactitud de sus planteamientos.  
Hayek, sin embargo, no es el único argumentum ad verecundiam bajo el que se ampara el profesor Huerta de Soto. Ni el más importante, pese a lo que se pueda suponer a priori. La lección del profesor se basa en Bertrand de Jouvenel, que le proporciona «basicamente» (1:36), según sus palabras, los tres mencionados motivos o razones que explican el odio de los intelectuales hacia el capitalismo. Este odio, objeto fundamental de la disertación, lo glosa el avezado profesor con pinceladas descriptivas como, por ejemplo, la referida a cómo los intelectuales proliferan en torno a personalidades asociadas a regímenes totalitarios:
«Y no nos debe de extrañar que detrás de cada gran dictador de la Historia, sea un Stalin, sea un Hitler, etc., siempre ha habido una cohorte de intelectuales, aduladores, que han tratado darles base y legitimidad desde el punto de vista ideológico, cultural, filosófico, etc.(4:22)»
Nada más cierto: el propio Bertrand de Jouvenel escribió en una ocasión:
«¿Que este hombre tan sencillo, que habla lenta, razonable y amablemente es el temible líder que despertó el entusiasmo fanático de toda la nación alemana y en el cual el mundo entero vio un día una amenaza de guerra? (...) Ríe con franqueza. Su rostro se acerca al mío. No me siento para nada intimidado. Yo también río...»
Así describía en el Midi-Paris del 28 de febrero de 1936 la sensación que le produjo haber tenido la oportunidad de entrevistar a Adolf Hitler. Ambos, Hitler y Jouvenel, rieron y aproximaron mutuamente sus rostros.
Puede que, después de todo, Bertrand de Jouvenel tuviera en esa época cierta inclinación hacia lo intelectual que más tarde abandonó. Su fascinación por Hitler podría ser síntoma de ello. No obstante, sabemos que Jouvenel no odiaba al capitalismo, y esto lo aleja de lo intelectual. Por otra parte, la risa y la aproximación de los rostros de Hitler y Jouvenel probablemente no tienen otro valor que el anecdótico.
Con todo, leer el artículo de Jouvenel, cuya exégesis realiza el profesor Huerta de Soto en esta lección magistral, y comprobar cómo la envidia, la ignorancia [de la ciencia económica] y la soberbia del intelectual devienen en odio hacia el capitalismo es, sin duda, una tarea que los alumnos habrán de hacer para verificar los asertos de su profesor. No obstante, el profesor, como intérprete de Jouvenel y transmisor de la triple raíz del odio hacia el capitalismo, facilita esta labor con esta lección, si bien no hasta el punto de soslayar la lectura, pero sí hasta el de que no requiera más tiempo, atención y esfuerzo del necesario.
Dicho esto, y volviendo a la cuestión de las palabras de Jouvenel dedicadas a Adolf Hitler, es necesario decir que esta cita y el mencionado hecho de que Jouvenel estuviese fascinado por la figura del Führer en los años 30 del pasado siglo nos la proporciona el historiador Zeev Sternhell, que es un reconocido intelectual, con todo lo que ello implica. Hay que añadir que, además de intelectual, también es judío, con todo lo que ello implica.
Comprender la verdadera naturaleza de estos hechos puede conducir al sujeto a no ser comprendido por los intelectuales, que podrían adjudicar a la categoría de «prejuicio » o de «arbitrariedad» las inevitables conclusiones a las que conduce considerar a Zeev Sternhell en su doble condición de judío e intelectual, cuando se toma en cuenta lo que nos enseñan el profesor Huerta de Soto y el general Mola.
Así pues, el profesor advierte:
«Es algo a lo que tienen ustedes que estar acostumbrados, esta incomprensión. Cuando el día de mañana ustedes vayan al mercado, trabajen en su empresa van a sentir una incomprensión diaria, continua, por todo el mundo, de la llamada "inteligencia", la cultura, todos estarán en contra de ustedes»
Comprender, asimismo, la relación entre el profesor Huerta de Soto y el general Mola en lo tocante al odio y su triple raíz podría arrojar conclusiones inesperadas.

[1] Emilio Mola Vidal, Obras completas, Librería Santarén, Valladolid, 1940 pp. 574-575 (Citado por Paul Preston en El Holocausto Español: Odio y exterminio en la Guerra Civil y después, Barcelona, 2011, Debolsillo)

sábado, 18 de enero de 2014

4 minutos y 12 segundos de un clip de vídeo con Mariló Montero.

Comienza con la glosa que de la situación hace Mariló Montero, conductora del programa:
«Vamos inmediatamente a Burgos, donde se sigue celebrando el pleno, y han visto hace dos minutos que estaba nuestra compañera María Gámez recibiendo, le estaban tirando líquido, ella nos contaba que estaban tirándoles huevos entre los manifestantes a los periodistas, y quiero saber cuál es la situación. Ahora volvemos también a Galicia. Tengo allí a Silvia, no veo bien los monitores, disculpadme…»
A continuación, las reporteras que están en el lugar siembran elementos tales como huevos que estallan en los cristales, gritos y proclamas, petardos, alguna soga colgada de las farolas, líquidos que se lanzan, etcétera. Mientras tanto, un representante vecinal, al que parece que van a entrevistar, permanece en silencio escuchando y esperando su turno para hablar. La conductora del programa, Mariló Montero, termina por hacer la pregunta esencial:
«La pregunta es quién está tirando los huevos, ¿son los vecinos de Burgos, los del Gamonal, o son gente infiltrada?»
Pregunta de imposible respuesta: a cualquiera se le alcanza que ni representante vecinal ni persona humana viviente podrá saber si quienes tiraron los huevos es alguna de las aproximadamente 60.000 personas que viven en Gamonal (o no), suponiendo que hubiera visto los hechos. Así pues, no tiene más remedio que responder con aquello que cree porque con aquello que sabe sería necedad:
«Yo creo que no hay gente infiltrada, ¿eh?»
Y tras unas puntualizaciones interpela a Mariló con estas palabras:
«Vamos a ver si cuando hablamos decimos las cosas como son»
Mariló, contra lo que pudiera esperarse, no pregunta. Se empeña en discutir con el representante vecinal. Le espeta:
«Claro, pero si usted dice que son los vecinos del Gamonal los que están rompiendo las entidades bancarias, (…)»
[Previamente el representante vecinal había dicho: «La primera agresividad que se tuvo por desgracia y que nadie quiere, ni ellos mismos siquiera, se tuvo con el BBV [Banco Bilbao Vizcaya]» Mariló transforma el BBVA en “las entidades bancarias”, que comprende las cajas de ahorro, los bancos, los cajeros, las oficinas de banca privada, etc., y deja la lista abierta para todas aquellas entidades financieras susceptibles de ser atacadas.]
Prosigue Mariló diciendo:
«los que están tirando huevos y cervezas, ESA ES LA INFORMACIÓN QUE USTED ME TRASLADA Y CON LA QUE NOSOTROS TRABAJAMOS. Yo no pongo en cuestión sus palabras, pido información solamente.»
Es obvio que el representante vecinal no ha trasmitido nada aún. Seguramente ello sea porque la única pregunta que Mariló le ha hecho es (repetimos):
«La pregunta es quién está tirando los huevos, ¿son los vecinos de Burgos, los del Gamonal, o son gente infiltrada?»
Ante esta situación anómala (una entrevista en la que no se pregunta nada y se discute mucho sobre huevos rotos y gente infiltrada) el representante vecinal corta la discusión y hace una pregunta clave.
«¿Y de todo esto, de todos los problemas que tiene la gente, ESTO es lo importante?»
El significado de «esto», del segundo «esto» (el que está en mayúsculas), está formado por una imagen cuyos elementos han ido diseminando Mariló y sus reporteras en los exactamente 4 minutos y 12 segundos que han pasado desde el comienzo del vídeo hasta esta pregunta. Con ellos se forma un cuadro de huevos rotos, líquidos y cervezas arrojados a periodistas, gritos y proclamas, una soga colgada de las farolas, petardos y entidades bancarias rotas.
Este es el cuadro. Está claro que para los jefes de Mariló y adyacentes lo importante los huevos rotos tienen más importancia que los problemas de la gente.

P.D.
En los 27 minutos y 4 segundos restantes de vídeo la única pregunta indagatoria la formula Fernando Ónega:
«La presencia del Sr. Méndez Pozo en esa empresa hormigonera, ¿es como propiedad o como simple consejero? Se lo pregunto porque no lo sé.»
Y el representante vecinal responde:
«Lo que pone aquí es “consejeros”, pero, bueno, usted sabe lo que es un consejero, ¿no? No hace falta que se lo diga yo.»
Esto es lo único que nos acerca a una entrevista. Todo lo demás es una discutir pinceladas en una naturaleza muerta. Debieran pedir disculpas al representante vecinal.

lunes, 14 de enero de 2013

Una Tercera de ABC de Xavier Pericay (y 2).

     Decíamos ayer a propósito de una Tercera de ABC intitulada "Un ejercicio de responsabilidad" firmada por Xavier Pericay que ES INANE asociar responsabilidad a elementos a los que ya se les supone (el Gobierno, los proyectos de ley que promueven, los profesionales de la educación, los alumnos) A NO SER que sea con el propósito de advertir a alguien de que alguno de estos (el Gobierno, los proyectos de ley que promueven, los profesionales de la educación, los alumnos) no son responsables. Ese es, en efecto, en propósito del autor: señalar quien no es responsable, en sentido lato.
     Para eso habrá que observar a quien atribuye Xavier Picay la obligación de RENDIR CUENTAS, una expresión que emplea en tres ocasiones, frente a las seis en que repite EJERCICIO DE ESPONSABILIDAD -título incluido-.
     Bien, en una ocasión pondera las novedades en la evaluación como un elemento que acostumbrará a LOS ALUMNOS a rendir cuentas[1]. En otra sostiene que LOS CENTROS con la nueva ley verán incrementada su autonomía, y que eso equivale a que, en otras palabras, se les pidan cuentas[2]. La tercera vez indica la posibilidad que la futura ley tenga de obligar a pedir cuentas a MAESTROS y PROFESORES, de quienes Xavier Pericay dice que <<lo máximo que se permiten en cuanto a esfuerzo es alguna que otra soflama ideológica de tarde en tarde.>>[3]
     Es llamativo que no atribuya a los autores de la LOMCE (el Gobierno, el Ministerio de Educación y las personas comisionadas por éste para la elaboración de la ley) la obligación de rendir cuentas pese a afirmar que la ley que elaboran es un ejercicio de responsabilidad, y que tiene a esta (a la responsabilidad) como factor clave de la nueva ley. Es todavía más llamativo que atribuya la obligación de rendir cuentas a los alumnos, a los centros (al personal que trabaja en ellos), a los maestros y a los profesores, que no tienen responsabilidad alguna en la elaboración de la nueva ley y sin los cuales, sin embargo, esta ley de educación o cualesquiera leyes de las que en el mundo hayan sido o vayan a ser se vería abocada al absurdo, al esperpento.
     Y lo que es no ya llamativo, sino absolutamente pasmoso es que Xavier Pericay atribuya a los maestros y profesores españoles de la enseñanza pública <<una indolencia colosal, cuyo único objetivo es alcanzar la jubilación y, si puede ser anticipada, mejor.>> Y no se debe olvidar a este respecto el epíteto <<simple>> que cuidadosamente coloca ante la designación <<profesor interino>>, en lo que sin duda desliza una desdeñoso menosprecio por los profesionales de la enseñanza que desarrollan su trabajo en condiciones laborales de interinidad[4].
     He aquí el principal propósito de este artículo: denigrar a los profesionales docentes de la enseñanza pública.
     Y para terminar ya de una vez con este libelo habrá que dejar escrito que, pese a todo esto, la totalidad de su contenido es absolutamente irrelevante. Sólo tiene una relativa importancia que sea Xavier Pericay quien lo haya escrito.




[1] <<Implantar distintos sistemas de evaluación a lo largo de toda la enseñanza obligatoria y postobligatoria, aparte de fomentar el afán de superación de los ALUMNOS, supone acostumbrarlos a RENDIR CUENTAS.>>
[2] <<Que los CENTROS  vayan a ver incrementada su autonomía comportará que sean evaluados conforme a determinados parámetros. En otras palabras: QUE SE LES PIDAN CUENTAS  y que, en caso de no cumplir con lo acordado —en el ámbito académico o en el de la estricta gestión—, la Administración tome cartas en el asunto.>>
[3] <<No obstante, sigue habiendo en la enseñanza pública no pocos MAESTROS Y PROFESORES dotados de una indolencia colosal, cuyo único objetivo es alcanzar la jubilación y, si puede ser anticipada, mejor. Algunos, lo máximo que se permiten en cuanto a esfuerzo es alguna que otra soflama ideológica de tarde en tarde. De ahí que la posibilidad de QUE  en el futuro SE LES OBLIGUE A RENDIR CUENTAS  y a hacerse acreedores a la condición de servidores de lo público —y, si no, a responder, esperemos, con el sueldo o con la plaza— deba ser celebrada.>>
[4] <<Durante mucho tiempo la adquisición de la categoría de funcionario de la enseñanza, o incluso la de simple profesor interino, ha llevado aparejada, en numerosos casos, una sensación de fin de trayecto.>>

sábado, 12 de enero de 2013

Una Tercera de ABC de Xavier Pericay (1)

     Que el Gobierno incluya en la designación LOMCE (la Ley Orgánica de Mejora de la Calidad Educativa) la especificación "de Mejora de la Calidad Educativa" declara explícitamente que su propósito es hacer buena una situación que no lo es suficientemente. El éxito o el fracaso de esta ley orgánica, su relevancia o su inanidad, dependerá de que la mejora se produzca de manera tangible y empírica. Consecuentemente con esto, si su aplicación deviene en una no mejora, es decir: en una situación similar a la que había antes de su aplicación, la LOMCE habrá fracasado. Si se diera un caso diferente y sus consecuencias fueran más allá, hacia un empeoramiento de la situación, la LOMCE habrá sido una catástrofe.
     Pese a ser obvio todo esto, no deja de sintetizar lo relevante: la triple posibilidad de lo que serán sus consecuencias: que mejore la calidad (éxito), que no la mejore (fracaso) o que la empeore (catástrofe). El riesgo de que la nueva ley de educación acabe en fracaso o en catástrofe incide directamente en realidades que se presuponen en los artífices de la LOMCE: su responsabilidad, uno de cuyos exponentes es el hecho de que sean conscientes de esta triple posibilidad y, por tanto, asuman sus riesgos y arrostren sus consecuencias.
     Y es que la responsabilidad se le supone al legislador, lo mismo que el valor a los reclutas. Legislar sin responsabilidad es una idea aberrante en una democracia.
     La Tercera de ABC del jueves 10 de eneroXavier Pericay fue sobre la LOMCE. En él el autor yuxtapone la idea de la responsabilidad al Gobierno[1] y a otros los elementos que, pese a ser insoslayables en una ley de educación, no constituyen un marco global del proyecto de ley. Esto es imposible pues como el propio autor afirma al principio:
<<(...) todo apunta a que esta nueva ley educativa es una suerte de «work in progress», con un anteproyecto que, lejos de presentarse como un texto casi definitivo, sólo sujeto a pequeños retoques, se asemeja[2] muchísimo a un documento de trabajo abierto a cuantas aportaciones deseen hacer los miembros de eso que se ha venido en llamar «la comunidad educativa». >>
     Aparte del Gobierno, los elementos que Xavier Pericay yuxtapone a la idea de la responsabilidad son el estudio[3], una particular relación entre materias instrumentales y gratificantes de la que emana -según el autor- el valor de la responsabilidad[4], la separación de asignaturas troncales y asignaturas específicas[5], los centros docentes y los profesionales[6] que trabajan en ellos. Finalmente, pondera la responsabilidad en la LOMCE que pone de manifiesto que no todas las responsabilidades son iguales.
<<La LOMCE, claro, es mucho más que ESE ejercicio de  RESPONSABILIDAD.>>
     En cuanto a "ESE ejercicio de RESPONSABILIDAD" ("ESE") no es el asunto de este post. Lo será de otro. Hoy lo es el hecho de que la responsabilidad al legislador se le supone y que el legislador irresponsable es una aberración en una democracia. Es inane asociar responsabilidad a elementos a los que se les supone (el Gobierno, los proyectos de ley que promueven, los profesionales de la educación, los alumnos) a no ser que sea con el propósito de advertir a alguien de que no son responsables, y eso es en efecto el propósito de Xavier Pericay en este artículo, pero no en lo que se refiere al Gobierno ni a la ley, evidentemente.
     Por otra parte, que a la LOMCE, al Gobierno o a quienquiera que sea se les suponga responsabilidad no implica que la responsabilidad les sea intrínseca. La LOMCE, el Gobierno, los profesionales de la educación y los alumnos pueden no ser responsables, o serlo; habrá de todo: gobernantes como Nerón y leyes como la de Responsabilidades Políticas de 1939. Nada conjura el riesgo de que la LOMCE resulte ser una ley irresponsable. Así pues, cualquier pretensión de presentarla como un ejercicio de responsabilidad es una falsedad. No sólo porque la responsabilidad no es intrínseca a la ley, sino porque a día de hoy no consta que sea un éxito, un fracaso o una catástrofe: la LOMCE no está vigente y no sabremos nada de su acierto o desacierto hasta pasados unos años de su implantación.
     Por lo tanto, la afirmación:
<<(...) la RESPONSABILIDAD es, insisto, el factor clave de la nueva ley.>>
     No aporta más información que el deseo de quien la elabora de que así sea. Es una entelequia. Se puede presuponer, pero es imposible de demostrar.
     Estas consideraciones hacen del artículo de Xavier Pericay  una pieza de periodismo laudatorio o de exaltación, dedicada a un proyecto de ley inconcluso, abierto y, probablemente, todavía sujeto a variaciones significativas.
     Esto es algo que no merecería mayor atención de no ser porque esta exaltación de un esbozo legislativo se apoya, aparte de en lo ya dicho sobre la responsabilidad, en su convicción expresa de que:
<<(...) sigue habiendo en la enseñanza pública no pocos maestros y profesores dotados de una indolencia colosal, cuyo único objetivo es alcanzar la jubilación y, si puede ser anticipada, mejor.>>
     Pero esto se verá en otra ocasión.



[1] <<A mi modo de ver, la Ley Orgánica de Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE) constituye (...)  UN EJERCICIO DE RESPONSABILIDAD del Gobierno que la impulsa, que se comprometió a promoverla en su programa electoral (...). Es verdad, a qué negarlo, que entre lo contenido en el programa y lo finalmente propuesto existen diferencias. (...).>>
[2] Subrayamos "se asemeja" porque es una manera extraordinariamente precisa que el autor tiene de expresar que aquello que no es este documento en absoluto, aunque se asemeje muchísimo a ello.
[3] <<Situar el esfuerzo, el trabajo, el sentido crítico como ejes de la formación equivale a promover la RESPONSABLIDAD en el estudio.>>
[4] <<Asegurar la adquisición de las competencias básicas mediante el fortalecimiento de las materias instrumentales y la consiguiente reducción de otras sin duda más gratificantes, no es sino un modo de evidenciar que la plasmación de un deseo —en este caso, un desarrollo académico adecuado— requiere siempre de cierto sacrificio. Así pues, la RESPONSABLIDAD como valor.>>
[5] <<Por otra parte, la separación entre asignaturas troncales y asignaturas específicas, tan controvertida (...) constituye asimismo un ejercicio de RESPONSABLIDAD.>>
[6] <<Y aún hay más. Porque el ejercicio de  RESPONSABILIDAD, en la LOMCE, atañe también a los centros docentes y a los profesionales que allí trabajan.>>

martes, 11 de septiembre de 2012

Victimismo Tertschiano.

Una entrada corta en esta bitácora para levantar acta de este tweet que enlazo, que inserto a continuación por si el amable lector tuviese lesionado el dedo índice de su mano derecha y se viese impedido de oprimir el botón izquierdo de su ratón, caso de ser el amable lector diestro. Dispensen los que no lo son que no describa sus casos para no hacer demasiado prolijo este exordio. 


Se trata de una respuesta a un comentario de José Luis Centella, y que Hermann Tertsch se apresura a clasificarlo en la categoría de los rollos. Oprima el amable lector el enlace y podrá ver las veinte acepciones que la Real Academia Española y optar por aquel que crea que cupiere en este micro opúsculo de este conspicuo señor que escribe cosas.

El elemento esencial de este comentario es lo que se puede  inferir de las palabras de Hermann Tertsch. José Luis Centella considera a Salvador Allende una víctima, esto es: una persona que se expone u ofrece a un grave riesgo en obsequio de otra, o que padece daño por culpa ajena o por causa fortuita, o que muere por culpa ajena o por accidente fortuito. Dejando aparte de qué hubiera podido ser víctima Salvador Allende (José Luis Centella considera que es el Imperialismo, pero los agentes que precipitaron la muerte de Salvador Allende, fuese esta auto infligida o no, son personas concretas, no entelequias ni abstracciones) lo que destaca en la respuesta de Hermann Tertsch es que, según infiero de sus palabras, la condición de víctima no es compatible con pegarse un tiro.

Esta sería una característica esencial, aunque no la única, de lo que sería oportuno denominar victimismo tertschiano: despojar a los suicidas de la condición de víctima, incluso en el caso de aquellos que se auto infligen la muerte ante la certeza de que la van recibirla otros diferentes de sí mismos.

Con esto, Tertsch tertschiza la condición de víctima, que en el caso de Allende hubiera encajado claramente en la cuarta acepción del Diccionario de la R.A.E.: persona que muere por culpa ajena o por accidente fortuito. Su hipotético suicidio no fue un accidente fortuito, pero la culpa del mismo no está en Allende, sino en las personas que determinaron las circunstancias en las que su suicidio se dieron.

Y así es, el victimismo tertschiano, tertschizado o tertschista queda desnudo de su ornamental, aparente y superficial racionalidad cuando se repara en que la muerte de Salvador Allende no se hubiera producido de no haberse producido el Golpe de Estado de Chile de 1973. De hecho, el que fuese suicidio o asesinato es irrelevante: su muerte se produjo por las circunstancias de un Golpe de Estado sangriento y él era el Presidente de Chile.

Claro que al victimismo tertschiano resultan irrelevantes estas consideraciones. Por algo es tertschiano. Pero eso tiene que ver con otras características que le son propias y que exceden el propósito de esta entrada.



P.D.
Añado que, pese a todo ello, soy un fiel lector de Hermann Tertsh.

Consecuentemente a lo afirmado, una víctima tertschiana será aquella que reciba un tiro procedente de un sujeto diferente de sí mismo. Siendo así, planteo el problema de si debería considerarse víctima tertschiana a alguno de estos personajes. Imagine el amable lector que son el propio Tertsch, José María Centella y un servidor, si quisiere. Disfrute, asimismo, de la música de Ennio Morricone, alguien con el que nos cabe la dicha de coincidir en esta vida:


jueves, 23 de agosto de 2012

Una metáfora.

Algunos lectores de prensa, de natural promiscuos, libertinos y polígamos, tuvieron ocasión de observar una singular coincidencia en la primera plana de los diarios El Mundo y ABC. Vea el amable lector a qué me refiero y ahorre yo el aparato verbal descriptivo necesario para trasmitir este fenómeno:


El lehendakari, Patxi López, ‘tira la toalla’.
Así interpretan estos dos diarios que el mentado dirigente adelantara en cuatro meses las elecciones autonómicas en Euskadi. Tirar la toalla es una expresión originaria del mundo del boxeo: durante un combate, cuanto el entrenador de uno de los contendientes tira la toalla al centro del ring se detiene la pelea y el árbitro declara ganador a su rival. Esta prerrogativa del entrenador sirve para detener el castigo que puede sufrir un púgil cuando está en inferioridad frente a su adversario. La causa de ésta puede ser una lesión, una clara superioridad de su oponente o cualquier otra circunstancia.
En estos términos expresan ambos diarios sus líneas editoriales. Al hacer uso el lehendakari de su prerrogativa de adelantar las elecciones en cuatro meses (4), ABC y El Mundo enmarcan esta acción en un contexto de claudicación, del castigo sufrido, del dolor y del daño que el lehendakari pretende evitarse a sí mismo con ello, no como la ejecución de una función que le es propia e inherente al cargo.
Vayamos a la esencia del hecho que propicia la noticia: la convocatoria de elecciones y su anticipación en cuatro meses a la fecha en que habría de terminar la legislatura. Saltan a la vista al menos tres obviadas evidencias. La primera es que el lehendakari el único que puede convocar unas elecciones en las presentes circunstancias. La segunda es que se trata de una noticia esperada y que su novedad estriba no en las elecciones, sino en su anticipación en cuatro meses (4). La tercera es que una legislatura dura 4 años (48 meses) y que esta que nos ocupa durará cuatro 4 menos 4 meses (44 meses) debido a esta decisión del lehendakari.
Y ahora miremos el marco al que nos encamina la visión de ABC y El Mundo. Si esta convocatoria de elecciones anticipadas es ‘tirar la toalla’, los 4 años o los 48 meses de la legislatura serán los ‘asaltos’ de un ‘combate’, el lehendakari ocupara el lugar de uno de los entrenadores de sendos ‘púgiles’ que irremediablemente habrán de ser identificados con el gobierno de Euskadi y la oposición. Según esto, Patxi López ‘tiró la toalla’ ante el castigo al que fue sometido su ‘púgil’ (el gobierno de Euskadi) por el otro ‘púgil’ (la oposición), y por eso opta por retirarse y declararle vencedor.
En esta visión subyace una crítica a una convocatoria electoral. Es obvio ABC y El Mundo no están de acuerdo con estos comicios. Tirar la toalla (convocarlos anticipadamente) implica declarar vencedor a otro y la imposibilidad de vencer para quien Tira la toalla. ABC y El Mundo dan por hecho quien va a ganar estos comicios. Al menos dan por hecho que el partido de Patxi López no ganará y el que ellos quisieran que ganara tampoco.
La única variable objetiva es ‘cuándo’ se celebra. Bien. La pregunta es si una adelanto de cuatro meses al fin prescrito de la legislatura puede determinar el resultado electoral. O lo que es lo mismo: si en 4 meses puede alguien hacer (PSOE, PP, IU,) que no gane quien se espera que gane (PNV, EA, Bildu) estos comicios que no se haya hecho en los 44 meses anteriores a la convocatoria electoral anunciada.
Atribuir al electorado vasco una ‘volatilidad’ política tal que en cuatro meses pueda cambiar nos remite, si bien metafóricamente, a la variabilidad que experimenta la prima de riesgo en el mercado secundario. Podría colegirse de esto un cierto desdén hacia la voluntad de los votantes vascos, sobre los que ABC y El Mundo proyectan unas miras determinadas y previsibles, dignas de su crítica. Velada. Eso sí.
El diario La Razón subvierte en otros términos esta convocatoria electoral:

En una línea de reflexión compatible con la anterior, pero que no desarrollaré porque el título de esta entrega impone sus límites.



miércoles, 22 de agosto de 2012

Una palabra.

‹‹Uno de los descubrimientos fundamentales de la ciencia cognitiva es aquel según el cual la gente piensa en términos de marcos y de metáforas — estructuras conceptuales como las que se han descrito. Los marcos están en las sinapsis de nuestro cerebro, presentes físicamente bajo la forma de circuitos neuronales. Cuando los hechos no encajan en los marcos, los marcos se mantienen y los hechos se ignoran. ››
Así es, la gente piensa en términos de marcos y de metáforas”. Necesitamos saber primero qué es un ‘marco’ y qué es una ‘metáfora’. Ejemplos de esta, de la metáfora, se han dado ya en este blog. Remito al amable lector a los titulados La España caníbal o Un corresponsal político en un medio digital. El primero explica la expresión ‘La España caníbal’, que sirve en un determinado contexto para designar a un sector de la sociedad española caracterizado por practicar una suerte de antropofagia (es metafórico) político-verbal; el segundo hace lo propio con el titular ‘La juez noquea a Blanco y arruina a Rubalcaba’, que en absoluto ha de entenderse literalmente, evidentemente. Estos son ejemplos de procedimientos metafóricos, que sirven para transmitir una determinada visión de los hechos proclive a que el lector interprete los hechos de una determinada manera. Las metáforas son usadas de continuo: tanta verdad puede haber en que Rajoy haya ‘anulado’ a Rubalcaba como en que un delantero del Madrid haya ‘batido’ a un guardameta del Barcelona. Incluso si permutamos los términos: da igual quien ‘anule’ o quien ‘bata’. Todo depende del contexto y de las intenciones de quien lo escriba, independientemente de la verdad objetiva.
Pero no es la metáfora el propósito de esta entrega, sino el ‘marco’ y para ello me remitiré a un hecho: el pasado 18 de agosto fue el 76º aniversario de la muerte de Federico García Lorca. Supe de esta efeméride por la radio. Escuchaba un programa de la Cadena Ser. Decían, si no recuerdo mal:
‹‹ Se conmemora la muerte de Federico García Lorca, que fue fusilado, acusado de ser simpatizante del Frente Popular y de ser abiertamente homosexual.››
La rememoración anual de tan lamentable hecho no tendría importancia alguna si no fuera por la palabra subrayada.
No es un asunto baladí. ‘Acusado’ implica la existencia de un marco en el que se presuponen elementos como ‘juez’, ‘abogado’, ‘ley’, ‘delito’, etcétera. Quien se crea esta frase podrá pensar que el fusilamiento de Lorca fue la ejecución de una sentencia dictada por un tribunal que instruía una causa contra él. No fue así, no hubo causa ni ‘juez’ ni ‘abogado’ ni ‘ley’ ni ‘delito’. Nada.
Si en lugar de ‘acusado de’ figurara ‘por’ (“por ser simpatizante del Frente popular y por ser abiertamente homosexual”) desaparecería el marco y figurarían unos motivos desnudos, sin términos que evocaran de procedimiento judicial alguno, unos motivos que destacan por su irracionalidad, por ser no-razones. Porque destacan la tragedia de esta muerte: su arbitrariedad. Lo que hizo posible que Lorca muriese así fue la pura gana que unas personas tuvieron de matarlo.
Visto esto, hay que concluir que el autor de la frase miente si dice que Lorca “fue acusado de”. Esta mentira destruye el relato de los hechos, falsea la realidad histórica y trae una serie de ficciones jurídicas al escenario de la muerte de Lorca.
Todo esto se consigue porque, como dice Lakoff arriba, “la gente piensa en términos de marcos” y esto significa que si escuchamos la palabra ‘acusado’ las ficciones jurídicas (‘juez’, ‘tribunal’, ‘juicio’, ‘ley’) serán creadas en nuestro cerebro. El autor no necesita contarlo todo.
Y lo peor es que si nos las creemos, los hechos reales pueden no ser suficientes para sacarnos del error. La prueba esto está en que cualquiera que haya creído esta frase emitida por radio el pasado día 18 de agosto tenderá pensar que la muerte de Lorca no fue arbitraria, que fue por motivos que tal vez no sean justificables.
Y todo esto por una sola palabra.