martes, 11 de septiembre de 2012

Victimismo Tertschiano.

Una entrada corta en esta bitácora para levantar acta de este tweet que enlazo, que inserto a continuación por si el amable lector tuviese lesionado el dedo índice de su mano derecha y se viese impedido de oprimir el botón izquierdo de su ratón, caso de ser el amable lector diestro. Dispensen los que no lo son que no describa sus casos para no hacer demasiado prolijo este exordio. 


Se trata de una respuesta a un comentario de José Luis Centella, y que Hermann Tertsch se apresura a clasificarlo en la categoría de los rollos. Oprima el amable lector el enlace y podrá ver las veinte acepciones que la Real Academia Española y optar por aquel que crea que cupiere en este micro opúsculo de este conspicuo señor que escribe cosas.

El elemento esencial de este comentario es lo que se puede  inferir de las palabras de Hermann Tertsch. José Luis Centella considera a Salvador Allende una víctima, esto es: una persona que se expone u ofrece a un grave riesgo en obsequio de otra, o que padece daño por culpa ajena o por causa fortuita, o que muere por culpa ajena o por accidente fortuito. Dejando aparte de qué hubiera podido ser víctima Salvador Allende (José Luis Centella considera que es el Imperialismo, pero los agentes que precipitaron la muerte de Salvador Allende, fuese esta auto infligida o no, son personas concretas, no entelequias ni abstracciones) lo que destaca en la respuesta de Hermann Tertsch es que, según infiero de sus palabras, la condición de víctima no es compatible con pegarse un tiro.

Esta sería una característica esencial, aunque no la única, de lo que sería oportuno denominar victimismo tertschiano: despojar a los suicidas de la condición de víctima, incluso en el caso de aquellos que se auto infligen la muerte ante la certeza de que la van recibirla otros diferentes de sí mismos.

Con esto, Tertsch tertschiza la condición de víctima, que en el caso de Allende hubiera encajado claramente en la cuarta acepción del Diccionario de la R.A.E.: persona que muere por culpa ajena o por accidente fortuito. Su hipotético suicidio no fue un accidente fortuito, pero la culpa del mismo no está en Allende, sino en las personas que determinaron las circunstancias en las que su suicidio se dieron.

Y así es, el victimismo tertschiano, tertschizado o tertschista queda desnudo de su ornamental, aparente y superficial racionalidad cuando se repara en que la muerte de Salvador Allende no se hubiera producido de no haberse producido el Golpe de Estado de Chile de 1973. De hecho, el que fuese suicidio o asesinato es irrelevante: su muerte se produjo por las circunstancias de un Golpe de Estado sangriento y él era el Presidente de Chile.

Claro que al victimismo tertschiano resultan irrelevantes estas consideraciones. Por algo es tertschiano. Pero eso tiene que ver con otras características que le son propias y que exceden el propósito de esta entrada.



P.D.
Añado que, pese a todo ello, soy un fiel lector de Hermann Tertsh.

Consecuentemente a lo afirmado, una víctima tertschiana será aquella que reciba un tiro procedente de un sujeto diferente de sí mismo. Siendo así, planteo el problema de si debería considerarse víctima tertschiana a alguno de estos personajes. Imagine el amable lector que son el propio Tertsch, José María Centella y un servidor, si quisiere. Disfrute, asimismo, de la música de Ennio Morricone, alguien con el que nos cabe la dicha de coincidir en esta vida: