viernes, 25 de noviembre de 2011

Un profesional de la comunicación y un político en activo

Estoy convencido de que que la costumbre de mentir, la mendacidad, deforma las potencias del ser humano lenta, constante e irremediablemente. No estoy moralizando; allá otros con juicios morales: doctores tiene la iglesia. No, en absoluto. Lo que quiero decir es que prodigarse en la mentira de modo sistemático incapacita a la larga para reconocer lo que es verdad. Esa es, precisamente, una de las cosas que enseña la fábula de el pastorcillo mentiroso de Esopo: el pastorcillo, tras haber mentido sobre la venida del lobo reiteradamente, acaba por no ser creído cuando dice la verdad: algunos no le creerán porque ha mentido, pero otros no le creerán porque no se fían de sus percepciones. El drama del pastorcillo es no poder demostrar que cuando es verdad lo que dice; se ha incapacitado a sí mismo para distinguirla y mostrársela a los demás.
En la fábula el problema es del pastorcillo. En la actualidad, en España, este problema lo tenemos todos: estamos sumergidos en un piélago de mendacidad con la que hemos aprendido a convivir. La mayoría nos conformamos con unas pocas certezas, las imprescindibles para seguir viviendo, y mostramos indiferencia ante las tremendas edificaciones mendaces que crecen a nuestro alrededor. Se miente en los periódicos y se miente al público. Esa es la realidad, y se acepta como un hecho tan natural como la polución de los coches o el ruido que provocan las obras públicas. Es discutible que estas cosas, la polución y el ruido, sean irremediables, pero es seguro que la mentira es remediable. Lo es sólo por el hecho de que toda mentira tiene su desmentido con la verdad a la que pretende hacer referencia.
Espero que quien lea estos post sepa disculpar estas obviedades hilvanadas unas con otras. A veces lo obvio, por ser obvio, se deja de lado más de la cuenta.
Lo que me ocupa el tiempo libre del que dispongo hoy es un hecho al que me he referido ya en un post anterior, en el que hablaba de las predicciones que en diferentes medios de prensa escrita se hacían sobre el resultado electoral del día 20 de noviembre pasado y de las cosas que iban a producirse en a lo largo de esta semana. En ese post hice referencia a una pseudo-noticia elaborada por don Federico Quevedo que hoy en la red, si se busca, tiene el aspecto siguiente (pinche aquí si quiere consultarla):


Bien, hoy es viernes.
Se ha formado una comisión de traspaso de poderes que en el caso del gobierno entrante estará presidida por la actual portavoz del PP en el Congreso de los Diputados, doña Soraya Sáenz de Santamaría, pero sobre los futuros ministros del futuro gabinete del presidente electo, don Mariano Rajoy, lo único que sabemos es precisamente lo que ignoramos, porque todo lo demás son especulaciones de ciertos profesionales de la comunicación que, sin encomendarse a dios ni al diablo, dicen quien podrá ser ministro y cuándo se formará un gobierno de urgencia. En el caso concreto de don Federico Quevedo a la hora de elaborar la pseudo-noticia arriba citada, el hecho de haberla publicado durante la campaña electoral, a dos días de los comicios, le exculparía si fuese él uno de los que se presenta a las elecciones: los ciudadanos escucharían sus palabras y supondrían que está exagerando o que tal vez esté formulando una intención. Pero don Federico Quevedo se presenta a sí mismo como periodista.
Esto, presentarse como periodista que escribe cosas de periodista, le permite hacer algo que no podría hacer si fuese candidato en las listas por el partido de sus simpatías: hacer campaña electoral el día de la jornada de reflexión, el día 19 de noviembre, sábado, con un texto que semeja en las formas a un artículo de opinión con el siguiente titular:


Don Federico Quevedo no es, ni mucho menos, el único profesional de la comunicación dedicado a estas labores desinformativas, pseudo-informativas o propagandísticas. Yo le he observado a él como podía haber observado a otro. El gran problema es desmontar sus edificaciones pseudo-informativas. La presunta noticia del gobierno de urgencia se ha publicado, la semana ha pasado y nadie ha aclarado por qué no se ha formado ese gobierno de urgencia. Puede tratarse de una equivocación, de una mentira, de una exageración, etcétera, pero en cualquier caso es una falsedad, y como tal es una falta de respeto a los lectores.
Aunque habrá lectores a los que no les importe.
Y, así, el pastorcillo continúa dando la señal de alarma y los que la oyen no la escuchan; se muestran indiferentes. Es lo que ocurre cuando lo falso se repite reiterada y cotidianamente.
Cambiando el tercio, pero dentro de este mismo tema, no sería muy diferente el caso de un político que diga cosas que no tienen posibilidad alguna de ser ciertas. Al fin y al cabo el caso anterior, el gobierno de urgencia, es algo que se formula como posibilidad, una posibilidad imposible si la sucesión de poderes se atiene a la legalidad vigente, pero posible si se vulnera de alguna manera, aunque ésta sea pretendidamente legal.
Digo que al político que dice cosas irremediablemente falsas en el momento que las dice debieran computársele tales actuaciones en la categoría de las mentiras, las equivocaciones o las exageraciones; en cualquier caso, en el apartado de las falsedades. Hoy podemos encontrar un ejemplo en la prensa del día:


Cuando han pasado cuatro días desde las elecciones, cuando la comisión de traspaso de poderes aún está trabajando, cuando aún no se han nombrado los ministros, cuando el propio presidente electo, don Mariano Rajoy, está trabajando en las primeras gestiones de su gobierno, si bien sin convocar a los medios, don Alberto Núñez Feijoo deja entrever que el Gobierno en funciones ha falseado la contabilidad. Él, que no es periodista, no nombra fuente alguna, no formula denuncia alguna, no acusa, solo lo deja entrever (tomo la expresión de don José Precedo, redactor de El País, medio que recoge la noticia).
Doña Dolores de Cospedal formuló una acusación similar cuando ganó las elecciones autonómicas en Castilla-La Mancha. Al menos doña Dolores es la presidenta del Castilla-La Mancha y se le puede presumir un conocimiento directo de lo que ocurría. También es cierto que dentro de la ciencia contable existen determinados elementos que pueden ser ponderados según convenga destacar el debe o el haber, y a doña Dolores le conviene destacar el debe. En cualquier caso su implicación como gobernante hace comprensible las exageraciones en las que pueda incurrir. Por otra parte, tal como son las cosas, el único modo de saber positivamente cuál era el estado de las cuentas de Castilla-La Mancha sería que un equipo de técnicos del otro lado del planeta auditase las consejerías de Castilla-La Mancha de acuerdo con un criterio contable objetivable, y eso sabemos que no va a pasar, o al menos lo suponemos, del mismo modo que don Alberto supone la falsía de las cuentas del Estado por el Gobierno en funciones.
El ejercicio de don Alberto Núñez Feijoo desafía las leyes de la verificación empírica y del razonamiento hipotético deductivo. Don Alberto no puede saber cómo están las cuentas del Estado porque él no forma parte de la comisión de traspaso presidida por doña Soraya Sáenz de Santamaría, porque muy probablemente los miembros de esa comisión no sepan aún cuál es el estado de esas cuentas y, por acabar, porque su responsabilidad institucional empieza y termina en la comunidad autónoma gallega, de cuyo gobierno es presidente.
A no ser, claro, que don Alberto cuente con un servicio de información secreto, como el CNI, pero en Galicia, algo que le está vedado por las leyes a un presidente de comunidad autónoma. Pero yo, en honor a la verdad, dejaré entrever que no contemplo esa posibilidad.
Por lo tanto, ¿por qué don Alberto deja entrever que el Gobierno ha falsificado la contabilidad? Podemos ahora reunirnos y apuntar todas las respuestas que se nos ocurran a esta pregunta. Podrán ser ciertas todas las posibilidades, pero seguro que ninguna aclarará la veracidad o falsedad de lo entreverado por don Alberto porque en este juego eso es irrelevante, lo mismo que en el ejemplo anterior.
Al primero, al segundo y a todos (a don Federico Quevedo, a don Alberto Núñez Feijoo y a todo ser humano dedicado a comunicarse con el público) debiéramos exigir, aunque sólo fuese por propia estimación, que lo que digan sea verdad. La costumbre de mentir deforma las potencias del ser humano que miente y, lo que es peor, adormece las de los que oyen, indiferentes, las mentiras.

martes, 22 de noviembre de 2011

Controlar la calidad de la información

Desde la apertura de este blog hasta el día de hoy se han producido los hechos periodísticos y/o pseudo-periodísticos que he ido registrando. Son pocos los registrados porque mi tiempo y mis posibilidades de observación son limitadas, pero son innumerables los que se producen diariamente, a propósito de lo importante, de lo superfluo y de todo lo que media entre estos dos extremos.
Si me he centrado en unos cuantos nombres de periodistas para señalar que sus producciones escritas tienen mucho que ver con la propaganda y nada con el periodismo ha sido única y exclusivamente por esto y nada más. No siento por sus personas nada destacable. No los conozco personalmente. Ellos tampoco me conocen a mí. Si he seguido sus publicaciones en El Confidencial fue porque sus producciones textuales constituyeron ejemplos de propaganda más o menos encubierta o más o menos razonada. Por eso suelo referirme a las piezas que escriben llamándolas texto, producción verbal o cualquier expresión que sirva para referirme de manera neutra a un texto escrito. No las llamo artículos, columnas o noticias porque no lo son. Cualquiera de estos géneros se nutre fundamentalmente de la información, es decir: de aquello que no se conoce y que es nuevo para el lector de prensa. En los textos que estos profesionales de la comunicación (no se puede decir aquí información por motivos obvios) elaboran se muestran informaciones de sobra conocidas, es decir: no-informaciones. En esta actividad podemos asistir a auténticas series pseudo-informativas como, por ejemplo, la repetición de un mismo hecho día tras día. Un ejemplo que citamos lo constituye el seguimiento que don José Luis Lobo hizo del denominado por algunos caso Urdangarín durante los días 9, 10, 11, 12, 14, 16, 17, 18 y 19 de este mes de noviembre del presente año 2011, durante los días de la campaña electoral. La decisión de este profesional de la comunicación o del consejo de redacción de El Confidencial en concentrarse en este asunto obedecerá a una estrategia encaminada al consumo de un determinado tipo de contenidos por un determinado tipo de lectores. Un tipo de lectores con unas determinadas expectativas informativas a los que les regocija este tipo de asuntos. Este profesional, don José Luis Lobo, y El Confidencial publicarán cosas sobre Urdangarín y su presunta actividad ilegal al frente de la fundación Nóos confiado en que existe un público al que le regocija leer cosas sobre un miembro de la familia real con apellido vasco que, además, haga las mismas cosas que otros probados e imputados malversadores y perceptores de dádivas en moneda y en especie.
Seguramente tendrán razón.
Cuentan con medios para saber cuántos pinchan en la noticia con un clic. No saben si la leen, pero sí si la pinchan. Esto hace que el titular de la noticia se exprese de una manera tal que provoque que la noticia sea pinchada irremediablemente, muchas veces forzando los límites de la verosimilitud.
El caso Urdangarín no es más que un ejemplo.
A menudo se tiende a pensar que los políticos son mendaces, mentirosos, hipócritas, falsos, ruines, etc. Todos los adjetivos que existen para calificar a aquella persona que no dice la verdad de una manera u otra son frecuentes en presidentes de gobierno, ministros, consejeros, dirigentes de partidos y demás. No se suele caer en el hecho evidente de que quien media entre políticos y público son los profesionales de la comunicación, cuyo trabajo con respecto a los políticos se reduce a transmitir lo que ellos dicen y hacen.
Nada más. O al menos debería ser así.
Los políticos pueden ser todo eso y más, pero la cuestión no es esa; el problema aquí es que muchos periodistas interpretan lo que dicen los políticos cuando aparentemente lo transmiten. Fingir que se transmite una información es una manera de decir otra cosa distinta. Un ejemplo de esto fue analizado en el post José Blanco endosa a Mariano Rajoy cosas sobre Eta.
Siendo, pues, los profesionales de la comunicación los mediadores, son los responsables de todas las deformidades informativas que les afectan. En este blog se han señalado algunas, unos botones de muestra.
Por lo tanto una parte importante de la mendacidad, la mentira, la hipocresía, la falsedad y la ruindad de los políticos o del mundo de la política puede tener su origen en el tratamiento que de la información política realizan algunos profesionales de la comunicación. Los políticos no tienen necesidad de mentir habiendo profesionales dispuestos a amplificar el mensaje de uno y a deformar el mensaje del rival. Del mismo modo que otrora había hagiógrafos y panegiristas, ahora hay propagandistas de tal o cual tendencia.
La cuestión es si, como lectores de prensa, debemos aceptar esto cándidamente o si deberíamos controlar la calidad de estas producciones textuales con criterios periodísticos. Porque lo cierto es que nadie lo controla. Cualquier deformidad de este tipo queda sin corregir y arrojando sus efectos perniciosos en las personas.

viernes, 18 de noviembre de 2011

Viernes, final de campaña: augurios y auspicios

Algunos diarios muestran en sus portadas vaticinios esperanzadores, seguros de que otros, como La Vanguardia, se fijarán más en los problemas del presente.


Los problemas son extraordinarios, de dimensiones desmesuradas para un sólo estado. No obstante, en el fragor de la campaña y de los vaticinios, algunas cabeceras nacionales viven en una suerte de ingenuo autismo, subrayando el signo político o el rostro de quien encarna la solución a estos problemas.


Don Cristóbal Montoro en economía vaticina que España evitará el rescate. Creo que lo que vaticina en realidad es que España es él o ellos y que él o ellos serán los que eviten un rescate que hasta ahora el gobierno actual ha venido evitando con los medios insuficientes que tenía porque, como ya ha quedado dicho, los problemas son demasiado grandes para un sólo estado.
Y mientras que para estas personas tan bien intencionadas los responsables de la situación están ahora en el gobierno, en otros foros la responsabilidad de esta crisis se atribuye a otras instancias superiores.
A esta línea de que la solución a esto está a unos días vista se suma otra cabecera nacional.


Iniciando así la andadura de un nuevo término en Neolengua, forma de comunicación que no transmite información, sino modelos de comportamiento, cuya principal característica es la de transmitir a la gente la sensación de que le han transmitido una información, y al tratarse de una sensación se queda en eso solo, pero consigue que el sujeto se comporte como si en realidad estuviese en posesión de una información transmitida.
La nueva palabra es pregobierno: algo que postulan como gobierno que no es gobierno, pero que aspira a serlo. Por otro lado, La Razón, sus redactores, son conscientes de que el Sr. Rajoy no puede nombrar gobiernos ni pregobiernos que valgan hasta ser investido como Presidente del Gobierno de España por una mayoría absoluta (la mitad más uno) o por una mayoría simple de diputados en segunda vuelta. Por eso el Sr. Rajoy plantea un  pregobierno, cualquiera puede hacerlo, incluso yo; nombrarlos es otra cosa.
Andando el término pregobierno campando por la prensa de hoy como un eufemismo encontramos en El Confidencial en primera plana algo que no se para en barras. Lo hace un columnista al que dedicamos no pocas líneas en este blog: don Federico Quevedo.


Gobierno de urgencia.
Don Federico Quevedo no se toma las precauciones verbales de los periodistas de La Razón: obvia el trámite inevitable de las elecciones, obvia la investidura del Sr. Rajoy (si consigue un número de diputados suficiente), y obvia que para nombrar gobierno en España, sea este de urgencia, de solaz o de transición, es condición sine qua non que lo haga un señor o señora elegido o elegida por los diputados y diputadas del Congreso, que son los que elegimos el próximo domingo.
Por lo tanto, gane o pierda el Sr. Rajoy, don Federico Quevedo mete la pata. Imaginamos que lo hace conscientemente: la causa que defiende (la victoria electoral del PP) es más alta que la atención a los molestos trámites que tanto costó alcanzar tras la consumación del hecho biológico del 20 de noviembre del año 1975.
El domingo hará exactamente 36 años de aquello.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Dos primeras páginas de sendos diarios nacionales

En el día de hoy se han producido estos dos titulares como cabecera de dos diarios de tirada nacional. Helos aquí:

Para el lector inteligente, o para aquel que intenta serlo (no para los que leen siempre el mismo diario, a los mismos columnistas y se contentan con repetir como papagayos en la cafetería o en la sobremesa las consignas que esos diarios y esos columnistas repiten para ganarse el sueldo) estos dos titulares ofrecen una magnífica imagen tomada del natural sobre las actitudes que la prensa presenta ante los hechos y que se transmite a los lectores que acuden diariamente al quiosco a comprar su periódico. La prensa española en general, con contadas excepciones, transmite actitudes y estas son las que crean las palabras y, por ende, dicen qué es relevante y qué no lo es.
A simple vista podría decirse, por ejemplo, que el titular del diario El País muestra el problema y que el de El Mundo muestra la solución. Sí, resultaría coherente, verosímil, fácil de comprender y, además, molaría. Pero quien se conformase con esta visión viviría en una Arcadia, conduciendo su ganado por un verde prado de sobra lleno y tendría una visión bucólica de la actualidad diaria, es decir: sería alguien que compondría églogas con la crisis europea de deuda soberana, los mercados y países con riesgo de entrar en la bancarrota. Un paisaje idealizado, porque estos elementos no significarían para este alguien otra cosa más que ideas livianas y evanescentes.
También se podría comentar el pesimismo del primero (El País) y el optimismo del segundo (El Mundo), y edificar críticas y ensalzamientos sobre una y otra actitud. Podría decirse, por ejemplo, que El País, al manifestar que España no es el único país en sufrir los rigores de la especulación con deuda soberana en el mercado secundario, lo que hace es esparcir el pesimismo por doquier, y que esa actitud no ayuda a enfrentarse a esta situación de una manera positiva. A mal tiempo buena cara, es oportuno, si se sigue esta línea de reflexión, echar mano del refranero, que siempre ofrece una solución para las situaciones más apremiantes, tales como, por ejemplo, una contienda civil, un crack bursátil o una hambruna. Continuaríamos, así, en esa bucólica Arcadia, en el mundo de las ideas del Platón o en Babia.
Asimismo, el segundo titular (El Mundo), nos ofrece la salida a la situación. Ésta está encarnada en un hombre que posee la llave de la situación, y si la crisis actual es, como se sabe en todo el mundo, una crisis de confianza, encontraremos la solución en confiar en aquel que sabe cómo neutralizarla y, además, dice que lo hará, comprometiendo su palabra en ello. 
Así podríamos continuar ad infinitum. Es lo que hay cuando lo que se maneja es actitud, actitud y sólo actitud. Es el ejercicio que suelen practicar en las tertulias radiofónicas, televisivas y en Twitter, la red de moda, cuyo éxito estriba principalmente en que no hay que escribir demasiado: 140 caracteres. Es como una tertulia de estas, pero por escrito, pero aceptando el hecho de que en 140 caracteres se puede resumir el mundo si se es lo suficientemente agudo.
Pero vayamos a lo realmente importante: la información.
En El País se constata un hecho: la crisis de deuda soberana, aquella que sólo golpeaba a los PIGS, que golpeó a Italia, haciendo  pasar a los PIGS (Portugal, Ireland, Grece and Spain) a PIIGS (Portugal, Ireland, Italy, Grece and Spain), ahora golpea nada menos que a 12 de los 17 países de la eurozona. No sabemos ahora a qué animal mitológico habría que encomendar a este grupo de países. En cualquier caso, esto quiere decir, siempre según el diario El País (mantengamos una más que necesaria y pulcra equidistancia), que esta crisis no es española exclusivamente. La crisis al menos es europea y, por lo que dicen los que entienden de estas cosas, internacional.
En El Mundo un señor, candidato a la presidencia del gobierno en España, se compromete a solucionar el problema de España respecto al asedio. Se supone que esta licencia retórica, el asedio, es una manera de nombrar a la crisis de deuda soberana, aunque también puede ser un subterfugio para no nombrarla directamente porque lo que propone el Sr. Rajoy es una solución para España en un contexto europeo y global. Las soluciones del Sr. Rajoy serán españolas, no europeas, y un hecho difícil de refutar es que la crisis es internacional o, como poco, europea, y en eso tendrá más mano la Sra. Merkel o el Sr. Sarkozy, cuyo país, por cierto, sufre también los rigores de la especulación con deuda soberana.
Saquemos conclusiones ahora, o ahondemos en la diferencia de actitud. Un titular y otro tienen consecuencias en las vidas de los españoles; uno es una crisis declarada, otro la solución a la misma, propuesta por alguien que, aunque con una encomiable intención, no se expresa de una manera muy precisa.
Y el contenido de ambos parece inminente: crisis y solucionador.

martes, 15 de noviembre de 2011

La España caníbal

Tomo esta designación del título que el columnista y otrora político don Xosé Luis Barreiro Rivas dio a una de sus columnas: La España caníbal señala a José Blanco, cuyo tema traje a colación en uno en uno de mis post.
En esa columna don Xosé Luis Barreiro Rivas explica que si alguien cambia la designación "área de servicio" por "gasolinera" provoca una verdadera metamorfosis en el relato de un hecho como el que nos ocupa, pues cómo reza en el Génesis (tomo también la cita de él, de don Xosé Luis) las palabras crean y modifican la realidad de tal suerte que un retoque de términos sirve para ver monstruos donde sólo hay muñecos infantiles.
Quien quiera saber cómo lo explica puede leer su columna, ejercicio de todo punto recomendable; así sabrá cómo se fabricó el caso gasolinera.
Los autores de este retoque, algo nada inocente, pertenecen a la España caníbal, una expresión que designará seguramente a un grupo que habita en la sociedad española cuya delimitación deberá ser objeto de un concienzudo análisis racionalmente riguroso.
El canibalismo de los componentes de este grupo es metafórico. Es de todo punto necesario reparar en ello. Se trata de una suerte de depredación mediática que pretende consumir a determinados personajes públicos edificando historias sobre ellos a través de coincidencias fortuitas tales como, por ejemplo, coincidir en un hotel con alguien imputado por corrupción, o la coincidencia del nombre de una tarjeta de un grupo empresarial vasco en el que, presuntamente, trabajarían personas vinculadas al mundo albertzale y que habría sido hallada en el interior de una furgoneta perteneciente a los autores de la masacre del 11 de marzo de 2004, sólo que no era una tarjeta, sino una cinta de un conocido grupo de música español.
Todo vale. No importa probar el hecho, sino establecer la posibilidad aunque para ello se confundan tarjetas con cintas magnetofónicas o se trate de estancias en hoteles coincidentes en el tiempo. Según este planteamiento de la España caníbal cualquier ciudadano que coincida en el autobús, en el supermercado o en un restaurante con un maltratador, un asesino o un pedófilo es susceptible de ser cómplice de maltratadores, asesinos o pedófilos. Todo es posible, de modo que ¿por qué no?
Lo malo es que siempre hay alguien que lo cree: unos porque quieren, otros porque no tienen tiempo de desmontarlo. Estas historias delirantes están construidas sobre armazones aparentemente lógicos; demostrar la endeblez de su base requiere un trabajo que la mayoría de los lectores de prensa no tienen tiempo de hacer. Por otra parte, la inexistencia de un control de calidad del trabajo periodístico provoca que esta España caníbal pueda convertir en cosa pública algo tan anodino como el caso de la gasolinera.
Así que empezaremos por desmontar ese caso gasolinera.
Ayer El País publicó una noticia que venía a decir que las declaraciones que el empresario don Jorge Dorribo había hecho ante la juez de Lugo, doña María Estela San José, forman un total cuatro comparecencias con numerosas contradicciones entre sí que se remiten a pruebas cuya existencia no se ha podido demostrar. Estas declaraciones implicaban al ministro de fomento, don José Blanco, y a diputados del PP y del BNG en el cobro de dinero a cambio de favores políticos, se supone.
Esta coincidencia excitó las rotativas cerebrales de los más conspicuos aficionados a este tipo de elucubraciones. Mis lecturas de prensa me llevaron a dos escritores avezados en este tipo de literatura. De ambos ya he hablado anteriormente.
Es de su columna más reciente, titulada Entre Blanco y Urdangarín anda el juego de la corrupción, de la que trataré aquí para mostrar, por si no fuera suficiente, aquello a lo que me refería algunas líneas más arriba, la explotación de la coincidencia para edificar historias ad hoc. En este caso no estamos ante una coincidencia fortuita de dos elementos en un mismo tiempo y espacio, sino en la similitud observada por el ínclito escritor al relacionar las actividades del yerno del rey de España y del ministro de fomento. Se trata de una coincidencia en el espacio y tiempo intelectuales y particulares de don Federico Quevedo. Él mismo advierte en la primera línea de su columna que No son socios y que la clave en la relación de ambos personajes públicos se puede encontrar en una película protagonizada por Eddie Murphy y Dan Aykroyd titulada Entre pillos anda el juego. No sabemos si don José Blanco es el personaje interpretado por Eddie Murphy o por Dan Aykroyd; lo mismo cabe decir de don Iñaqui Urdangarín al respecto.
En cualquier caso, bromas aparte, el propósito de don Federico resulta diáfano: don José Blanco es su blanco; los motivos son obvios: una más que marcada inclinación política de don Federico Quevedo hacia uno de los dos grandes partidos le delata, llegando este seguidismo a tal extremo que suscribe las declaraciones de un acusado por corrupción como si tuviesen el valor probatorio de un acta notarial.
Los motivos por los que decide meter en el saco a don Iñaki Urdangarín resultan más difusos. Tal vez no haya un motivo práctico y la presencia de don Iñaki se deba a la coincidencia de sus problemas con la campaña electoral. Relacionar a los dos podría no tener más motivación que la puramente estética o el seguimiento de las convenciones de este género pseudo-periodístico en el que don Federico es tan avezado.
El segundo es don José Luis Lobo, del que también hablé en un post anterior a propósito de la caza de Blanco, como diría don Xosé Luis Barreiro. Allí dije algunas cosas que huelga decir aquí. Es oportuno añadir a lo dicho entonces lo que don José Luis Lobo hace ahora: dedicarse en exclusiva a don Iñaki Urdangarín en las páginas de El Confidencial desde el día nueve del presente mes hasta el día de hoy: que si Urdangarín se enfrentará a más de 15 años de prisión si es imputado por el juez, que si Urdangarín y su socio se embolsaron más de ocho millones de euros de gobiernos del PP, que si Telefónica [está] obligada a despedir a Urdangarín si es imputado por el juez, que si La Casa Real presiona a Urdangarín para que dé la cara por el 'caso Nóos' y rompa su silencio, que si Urdangarín y la infanta Cristina [son] expatriados de lujo, y lo que tenga que venir.
Sin duda, gracias a la labor de don José Luis Lobo, habrá quien jamás tenga a don Iñaki Urdangarín por una persona honesta a pesar de que logre en algún momento demostrar su inocencia hasta un punto que no quepa la más mínima duda razonable sobre su honorabilidad.
Estos son unos botones de muestra de la España caníbal.
Los efectos de estas publicaciones no se sustraen a los desmentidos de la realidad: don José Luis Blanco es un personaje dudoso por reunirse con alguien en un lugar a pesar de que ese alguien haya sido detenido, encarcelado y, en el curso de sus comparecencias ante el juez, haya acusado a don José Luis Blanco de aceptar dinero suyo dando referencias inexistentes y contradiciéndose a sí mismo.
Y mientras tanto nadie pide responsabilidades a quien propaga especies imaginarias basadas en coincidencias.

viernes, 11 de noviembre de 2011

Trampas para entrar en el euro

Mi post anterior reflejaba mi escepticismo ante una noticia y las fuentes que citaba.
Hoy me encuentro con esta noticia del diario Cinco Días, que aporta elementos que hacen verosímil ese lavarse las manos que el redactor, don Eduardo Segovia, atribuía al BCE. En ella se muestra que don Mario Draghy, actual presidente del BCE, trabajaba en el Tesoro Romano cuando, al parecer, se realizaron operaciones de maquillaje en la gestión de la deuda pública italiana para poder elaborar un déficit público que cumpliera con las exigencias del Tratado de Maastricht para entrar en el euro.
Por lo que parece, el gobierno italiano hizo trampas para entrar en el euro y el actual presidente del BCE puede estar familiarizado con este asunto. Don Eduardo Segovia tal vez fuese consciente de esto que destaca hoy el diario Cinco Días, pero el hecho de que no lo dijera hace pensar que quien en realidad podría ser consciente de estas circunstancias fuesen las fuentes que él cita: un gestor de un fondo especializado y una importante firma de inversión internacional.
Pero lo relevante para este fraile no es ahora la solvencia de las fuentes, sino los hechos: Italia hizo trampas para entrar en el euro, cuya mecánica se detalla en la citada noticia de Cinco Días, y Grecia también, como supimos allá por el mes de mayo por lo menos.
Lo relevante ahora es saber, en primer lugar, qué importancia tendría esto para los casos concretos de Grecia e Italia y, en segundo lugar y no menos importante, qué importancia tendría en el caso de otros países como el nuestro, cuyo déficit público se redujo considerablemente allá por el 200 por razones similares: la entrada en el euro.
Lo que este fraile pretende plantear es si la razón de estado que impuso a los responsables de las finanzas nacionales maquillar los balances de sus estados es ahora dolosa, punible o moralmente reprobable. O si no lo es, por ser una imposición de la razón de estado. O si sólo lo es si el estado en cuestión está en zona de rescate, y así el hecho de que se descubran estas cosas prueba ante todos que sus dificultades proceden de haber obrado negligentemente, lo que comporta su deshonestidad (la de los responsables, ojo) y la conclusión de que lo que les pasa a estos países lo tienen merecido por no tener buenos gobernantes y gestores.
Expresarme en estos términos es un paso necesario para decir ahora que este podría ser el caso de España: al igual que Grecia e Italia en su día, España tuvo que cumplir con los criterios del Tratado de Maastricht y se tomaron decisiones para llegar a cumplirlos. No es inverosímil que lo que se revela en estos días con las cuentas griegas e italianas no tenga su correlato en las cuentas españolas o en las de otros países, llámense PIGS o como quiera que quieran llamarles los que gustan de esas designaciones elaboradas en la pérfida Albión y aledaños.
Pero piensen que PIGS es un acrónimo que podría quedarse pequeño.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Lavarse las manos

Como reza en mi perfil, soy un lector de prensa con poco tiempo. Puedo leer a ratos perdidos diarios en papel que caen en mis manos y cabeceras digitales, siempre aprovechando los entreactos de los actos obligados por mis obligaciones y mis prioridades.
Así que continúo con los titulares de primera plana de El Confidencial.
Hoy he encontrado esto:
El nombre que aparece firmando la noticia es el de Eduardo Segovia.
No es muy preciso con sus fuentes. Sostiene que un gestor de un fondo especializado y una importante firma de inversión internacional le han informado de lo siguiente:
>>Mario Draghi quiere llevar a Italia al borde del precipicio para obligar al país a tomar de una vez medidas contundentes que vayan más allá de la convocatoria de unas inciertas elecciones dentro de tres meses.
>>lo que quieren es que se forme un Gobierno técnico en Italia de inmediato y sin elecciones, que ponga orden y tome medidas contundentes". Entre esas medidas, otras fuentes hablan de un impuesto sobre el patrimonio que puede alcanzar el 5%, así como duros recortes del gasto público.
>>Si la cosa se le va de las manos, Draghi no tiene más que sacar el bazuka y comprar bonos italianos en grandes cantidades. La reacción del mercado será inmediata, como ya hemos visto en ocasiones anteriores.
Suponemos que las razones que pueden determinar que se hurte al lector la identidad del autor o autores de estas afirmaciones, la del gestor de un fondo especializado y la de una importante firma de inversión internacional, serán que ambas fuentes lo hayan solicitado o que la transmisión de esta información fue efectuada en unas condiciones tales que el rigor de los pronunciamientos dejaría mucho que desear. No lo podemos saber.
Pero sabemos que el Sr. Segovia es el responsable de esta información, que se publica a las 19:03 y que afirma que el Banco Central Europeo se lava las manos, inhibiéndose de comprar deuda suficiente para frenar el alza de la prima de riesgo.
Podría pensarse que la situación para Italia es tan grave que esa compra de deuda soberana masiva que necesita Italia para evitar el impago no puede esperar un sólo día, pero el último párrafo de la noticia dice:
>>Si la cosa se le va de las manos, Draghi no tiene más que sacar el bazuka y comprar bonos italianos en grandes cantidades. La reacción del mercado será inmediata, como ya hemos visto en ocasiones anteriores.
Leída la noticia hasta el final, si en efecto el Sr. Draghi, presidente del BCE, puede usar ese bazuka que supone la compra masiva de deuda soberana ¿Cómo se puede afirmar que el BCE se lava las manos ante la situación de Italia?
Una nueva subversión aparente de la lógica que puede tener varios motivos: un deseo de mostrar un ambiente apocalíptico para reforzar la necesidad de un cambio (Italia abandonada a su suerte), una desaprobación implícita de la política del BCE, el propósito de advertir que España está o puede estar en el mismo caso, quién sabe qué cosas. El caso es que el propio Sr. Segovia reconoce que el BCE ha comprado 100 millones de euros, que son 16.638.600.000 pesetas. Puede que no sea mucho, pero tampoco es poco siendo la hora que es y quedando los días que quedan para actuar.
Por lo tanto, nadie sabe aún si el BCE se ha lavado las manos ante la situación de Italia o no.
Pero lo más interesante sería saber cómo una compra de 100 millones de euros (16.638 millones de pesetas) de deuda soberana italiana por parte del BCE puede determinar que en Italia se forme un nuevo gobierno sin elecciones, un gobierno técnico, y colocar a Italia al borde del precipicio.
Explicar la cadena causal sería lo propio, si hubiere explicación.

sábado, 5 de noviembre de 2011

Campaña electoral

Me temo que la campaña electoral en El Confidencial va a mostrarnos una galería de despropósitos periodísticos nada sutiles.
Hoy la subversión de la lógica viene dada por esto:
Habrá jóvenes para los que los políticos del titular sean nombres y sólo eso. Tiene su gravedad que así sea. Sólo así puede entenderse la literalidad del titular: desde una ignorancia del pasado reciente o de la historia contemporánea de España. La otra opción es que El Confidencial publique estas noticias pensando en un determinado perfil de votante que no distingue entre las cualidades reales de los políticos que no son de su agrado y toda la galería de taras humanas que pueda concebir. De este modo, los políticos que no le son afines son simplemente malos, corrompidos, ineficaces, incompetentes, y todo lo que quiera que sean frente a la bonhomía de los que son de su agrado.
Si uno pincha el titular de esta primera plana se encontrará con esta noticia, que reitera la idea con el añadido de el mayor mitin:
Yo creo que la gente es más inteligente de lo que los redactores de El Confidencial suponen. También creo que estos redactores debe de ser conscientes de estos excesos, y por la proliferación de estos en sus publicaciones, deben de pensar que les va bien así.
Asimismo, no creo que haga falta explicar lo absurdo de la anulación de Rubalcaba. Es obvio.
En fin, continuará. Estamos en campaña.

viernes, 4 de noviembre de 2011

Un corresponsal político de un medio digital

Hoy voy a presentar una lectura efectuada entre ayer y hoy, entre el día 3 de noviembre, jueves, y el día 4, viernes. El tiempo que las obligaciones laborales me deja para leer la prensa es mínimo, y la ínfima calidad de alguna provoca que un servidor la relegue algunos puestos en su orden de prioridades. No obstante, a ratos perdidos se pueden observar fenómenos curiosos que conviene registrar. Eso haré hoy.
Ayer encontré El Confidencial el siguiente titular, uno de tantos que se producen al calor de una campaña electoral:

El redactor, don José Luis Lobo, corresponsal político, orientó una noticia judicial por caminos pugilísticos, con jueza que asesta un knock out sobre una no especificada parte del cuerpo del Sr. Blanco y consiguiendo, al tiempo, la ruina del candidato socialista a la presidencia del Gobierno. Esta noticia, cuyos hechos aparecen redactados sin tanto floripondio verbal en Europa Press, tiene la importancia que se le quiera dar dependiendo en qué lugar del arco político-pseudo-periodístico se milite. En cualquier caso el origen de los problemas que el Sr. Blanco pueda tener ahora se reducen a unas declaraciones efectuadas por Jorge Dorribo en el juzgado. A estas me referí en un post en este mismo blog. A ellas me remito.
Evidentemente, tanto el corresponsal político don José Luis Lobo como el consejo de redacción de El Confidencial pueden darle a cada una de sus producciones verbales el sesgo que quieran darle. Faltaría más. Pero ello, el sesgo que le den, determinará irremediablemente si don José Luis Lobo es corresponsal (periodista) o es político. Esto afecta también al medio digital El Confidencial, pues el predominio de una u otra cosa determina si se trata de un medio de prensa o un medio de propaganda.
Así pues, tras el día de ayer, hoy he encontrado en El Confidencial este otro titular firmado por el mismo redactor:
Aquí se cambia el knock out pugilístico por la dinamita. Se conoce que el mundo poético de don José Luis Lobo se mueve entre  ganchos de derecha y explosiones mineras. Aquel titular era el de ayer y este titular es el de hoy. Los hechos son los mismos. Las palabras cambian; el aparato metafórico recrea deflagraciones e impactos, que tienen elementos comunes por lo violento y destructivo que ha resultado, al parecer, para algunos la remisión al Tribunal Supremo de la parte la investigación de la Operación Campeón que afecta al Sr. Blanco.
Bien. Se supone que hacer periodismo es informar de la actualidad. Si es así, ¿qué objeto informativo tiene destacar en titulares los mismos hechos dos días consecutivos? Tal vez no pasen cosas más relevantes hoy que esta remisión al Supremo acontecida ayer, a juicio de El Confidencial y de don José Luis Lobo o tal vez el interés en repetir lo mismo por parte de El Confidencial y de don José Luis Lobo sea prioritario a cualquier posibilidad informativa propiciada por los hechos conocidos hoy.
Si se considera, además, que hoy, día 4 de noviembre, a dieciséis días de las elecciones legislativas del próximo día 20, esta noticia venía acompañada de esta primera plana:


Se hará evidente que esta recreación de temas conocidos estriba en el deseo del consejo de redacción de El Confidencial y del propio don José Luis Lobo de repetir un titular como éste o este mismo el próximo día 20 o 21 de noviembre.
Sin embargo, la puntada dada con este último titular no es sin hilo: El Confidencial se toma esta licencia por las malas perspectivas electorales del PSOE anunciadas por el CIS. Pero el hilo es de la misma consistencia  que el de los titulares anteriores: remisiones judiciales al Tribunal Supremo de ministros que se convierten en ganchos de derecha y deflagraciones dinamiteras, por una parte, y, por la otra, anuncios de encuestas que se convierten en resultados electorales.
Esto es lo que se ve en dos días. Si tuviese más tiempo tomaría un segmento mayor de días respecto a la producción de don José Luis Lobo.
Háganlo otros.