viernes, 18 de noviembre de 2011

Viernes, final de campaña: augurios y auspicios

Algunos diarios muestran en sus portadas vaticinios esperanzadores, seguros de que otros, como La Vanguardia, se fijarán más en los problemas del presente.


Los problemas son extraordinarios, de dimensiones desmesuradas para un sólo estado. No obstante, en el fragor de la campaña y de los vaticinios, algunas cabeceras nacionales viven en una suerte de ingenuo autismo, subrayando el signo político o el rostro de quien encarna la solución a estos problemas.


Don Cristóbal Montoro en economía vaticina que España evitará el rescate. Creo que lo que vaticina en realidad es que España es él o ellos y que él o ellos serán los que eviten un rescate que hasta ahora el gobierno actual ha venido evitando con los medios insuficientes que tenía porque, como ya ha quedado dicho, los problemas son demasiado grandes para un sólo estado.
Y mientras que para estas personas tan bien intencionadas los responsables de la situación están ahora en el gobierno, en otros foros la responsabilidad de esta crisis se atribuye a otras instancias superiores.
A esta línea de que la solución a esto está a unos días vista se suma otra cabecera nacional.


Iniciando así la andadura de un nuevo término en Neolengua, forma de comunicación que no transmite información, sino modelos de comportamiento, cuya principal característica es la de transmitir a la gente la sensación de que le han transmitido una información, y al tratarse de una sensación se queda en eso solo, pero consigue que el sujeto se comporte como si en realidad estuviese en posesión de una información transmitida.
La nueva palabra es pregobierno: algo que postulan como gobierno que no es gobierno, pero que aspira a serlo. Por otro lado, La Razón, sus redactores, son conscientes de que el Sr. Rajoy no puede nombrar gobiernos ni pregobiernos que valgan hasta ser investido como Presidente del Gobierno de España por una mayoría absoluta (la mitad más uno) o por una mayoría simple de diputados en segunda vuelta. Por eso el Sr. Rajoy plantea un  pregobierno, cualquiera puede hacerlo, incluso yo; nombrarlos es otra cosa.
Andando el término pregobierno campando por la prensa de hoy como un eufemismo encontramos en El Confidencial en primera plana algo que no se para en barras. Lo hace un columnista al que dedicamos no pocas líneas en este blog: don Federico Quevedo.


Gobierno de urgencia.
Don Federico Quevedo no se toma las precauciones verbales de los periodistas de La Razón: obvia el trámite inevitable de las elecciones, obvia la investidura del Sr. Rajoy (si consigue un número de diputados suficiente), y obvia que para nombrar gobierno en España, sea este de urgencia, de solaz o de transición, es condición sine qua non que lo haga un señor o señora elegido o elegida por los diputados y diputadas del Congreso, que son los que elegimos el próximo domingo.
Por lo tanto, gane o pierda el Sr. Rajoy, don Federico Quevedo mete la pata. Imaginamos que lo hace conscientemente: la causa que defiende (la victoria electoral del PP) es más alta que la atención a los molestos trámites que tanto costó alcanzar tras la consumación del hecho biológico del 20 de noviembre del año 1975.
El domingo hará exactamente 36 años de aquello.

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