viernes, 11 de noviembre de 2011

Trampas para entrar en el euro

Mi post anterior reflejaba mi escepticismo ante una noticia y las fuentes que citaba.
Hoy me encuentro con esta noticia del diario Cinco Días, que aporta elementos que hacen verosímil ese lavarse las manos que el redactor, don Eduardo Segovia, atribuía al BCE. En ella se muestra que don Mario Draghy, actual presidente del BCE, trabajaba en el Tesoro Romano cuando, al parecer, se realizaron operaciones de maquillaje en la gestión de la deuda pública italiana para poder elaborar un déficit público que cumpliera con las exigencias del Tratado de Maastricht para entrar en el euro.
Por lo que parece, el gobierno italiano hizo trampas para entrar en el euro y el actual presidente del BCE puede estar familiarizado con este asunto. Don Eduardo Segovia tal vez fuese consciente de esto que destaca hoy el diario Cinco Días, pero el hecho de que no lo dijera hace pensar que quien en realidad podría ser consciente de estas circunstancias fuesen las fuentes que él cita: un gestor de un fondo especializado y una importante firma de inversión internacional.
Pero lo relevante para este fraile no es ahora la solvencia de las fuentes, sino los hechos: Italia hizo trampas para entrar en el euro, cuya mecánica se detalla en la citada noticia de Cinco Días, y Grecia también, como supimos allá por el mes de mayo por lo menos.
Lo relevante ahora es saber, en primer lugar, qué importancia tendría esto para los casos concretos de Grecia e Italia y, en segundo lugar y no menos importante, qué importancia tendría en el caso de otros países como el nuestro, cuyo déficit público se redujo considerablemente allá por el 200 por razones similares: la entrada en el euro.
Lo que este fraile pretende plantear es si la razón de estado que impuso a los responsables de las finanzas nacionales maquillar los balances de sus estados es ahora dolosa, punible o moralmente reprobable. O si no lo es, por ser una imposición de la razón de estado. O si sólo lo es si el estado en cuestión está en zona de rescate, y así el hecho de que se descubran estas cosas prueba ante todos que sus dificultades proceden de haber obrado negligentemente, lo que comporta su deshonestidad (la de los responsables, ojo) y la conclusión de que lo que les pasa a estos países lo tienen merecido por no tener buenos gobernantes y gestores.
Expresarme en estos términos es un paso necesario para decir ahora que este podría ser el caso de España: al igual que Grecia e Italia en su día, España tuvo que cumplir con los criterios del Tratado de Maastricht y se tomaron decisiones para llegar a cumplirlos. No es inverosímil que lo que se revela en estos días con las cuentas griegas e italianas no tenga su correlato en las cuentas españolas o en las de otros países, llámense PIGS o como quiera que quieran llamarles los que gustan de esas designaciones elaboradas en la pérfida Albión y aledaños.
Pero piensen que PIGS es un acrónimo que podría quedarse pequeño.

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