viernes, 24 de febrero de 2012

De Twitter y sus cosas.

Twitter es un invento bastante adictivo.
Se basa en el microblogging, que viene a ser algo así como la posibilidad de publicar notas breves y ofrecerlas a quien las quiera leer según quien sea el que las escriba. Quienes quieran leer a ese quien serán sus seguidores o followers, como dicen los entendidos, y este quien, a su vez, podrá seguir a otros. La limitación de esas notas, llamadas tweets, garantiza la absoluta reserva respecto a todo lo que sea analfabetismo funcional, irracionalismo, demencia, apatía, ignorancia o cualquier otra tara de la que pueda verse afectado el intelecto de quienes los escriben. Los 140 caracteres, entre los que se incluyen los espacios entre las palabras, convierten al tweet en algo parecido al sms, es decir: un terreno libre para cuanta cabriola lingüística o aberración dialéctica pueda concebirse, al tiempo que limita ostensiblemente la ilimitada capacidad del ser humano para vulnerar la lógica y los hechos empíricos.
Como leer tweets, escribir tweets, retwittear tweets y responder tweets no requiere demasiados conocimientos puede ser que aquél que adquiera cierta habilidad para realizar todas estas funciones acabe por creer que al ejercitarlas obtenga más que leyendo un periódico o un libro. Y ello es posible si sus expectativas no van más allá de leer tweets, escribir tweets, retwittear tweets y responder tweets.
Pero no es esto, que es el fundamento de Twitter, lo que hace de esta red social una de las de mayor éxito ahora, sino el hecho de ofrecer a cualquiera la posibilidad de poder dirigirse a personas famosas. Pocos entre los famosos se resisten a este compuesto de átomos de 140 caracteres. Y cada vez menos entre los no famosos desechan la ocasión de dirigirse a quienes quiera dirigirse por filia o por fobia.
Un servidor tampoco se ha resistido, y ha escrito alguna cosa en esta bitácora citando expresamente tweets de personalidades tan egregias como Herman Tertsch, Pedro J. Ramírez, Federico Quevedo y otros.
Dadas estas cosas, inauguraré una etiqueta en este blog que se llamará Escaramuzas tuiteras. Mi propósito es reflexionar sobre esto del microblogging. Siendo la brevedad la condición y esa presunta accesibilidad el gancho de su éxito puede que Twitter ofrezca la oportunidad de poder observar el pensamiento radiografiado de los periodistas, que son los que nos informan y los que crean opinión, esto último mientras se lo permitan los que no expresan la suya.
Pondré un ejemplo de pensamiento radiografiado. Tomemos este tweet del inefable Federico Quevedo:




Los dos se refieren a la reforma laboral del Gobierno, cuyo decreto enlazo para que no haya equívocos.
Dos personas diferentes, cada uno de su padre y de su madre respectivos, y, por favor, entiéndase esto último literalmente. Ambos, sin embargo, encuadrables en un mismo sector ideológico, social, político... Quiero decir, que muy probablemente votan al mismo partido. Los dos, ambos, cada uno con su ordenador y su intelecto, coinciden en mostrar un aspecto de la reforma laboral que no encontraremos en el decreto, en ninguno de sus 25 artículos ni en sus 15 disposiciones finales, ni mucho menos en su extensa introducción.
Ambos, los dos, defienden el decreto de reforma laboral empleando los 140 caracteres de celebridad que les proporciona Twitter en esbozar el pasado funesto que esta reforma vendrá a corregir: el hiperproteccionismo heredado del franquismo y la modernización de las estructuras más viejas y más intocables de nuestro país. No sabemos si estos dos individuos se han leído el decreto, que vuelvo a enlazar aquí (pinchen, si quieren). Probablemente alguien les habrá dicho de qué iba, quizá no sepan ni papa de sus consecuencias o puede que ni siquiera les importe: Twitter les da 140 caracteres para decir algo sobre ello. Todo lo demás se les supone, como el valor a los reclutas.
Como Miguel Ángel Rodríguez anunciaba que esta reforma supondría la modernización de las estructuras más viejas y más intocables de nuestro país un servidor le respondió con el siguiente tweet:


No me respondió. Twitter brinda la posibilidad de poder dirigirse a... Pero no garantiza la de ser respondido por...
Pero bueno, la cuestión es que uno y otro tampoco podrían haber dicho mucho más si se hubiesen referido al decreto: 140 caracteres no dan para demostrar haberlo leído ni demostrar que saben de qué están hablando. Con estos ejemplos, por lo de pronto, alumbran afirmaciones predictivas (de futuro) amparándose en un pretérito (pasado) ominoso (malo). Para ello dicen qué había antes del decreto: Quevedo se refiere a una suerte de hiperproteccionismo heredado del franquismo cuya existencia real es más que dudosa al tiempo que difícil de determinar. El sentido literal de esta expresión tiene poco que ver con la más reciente historia de la regulación laboral y mucho con el mundo de la connotación: proteccionismo es algo maldito para los neo-liberales y si es hiper pues será más maldito. Si le añadimos la cualidad franquista veremos el esfuerzo de Quevedo por cuajar una expresión que designe a algo esencialmente malo, perverso, ominoso (repito), patógeno y nocivo. Que esto haya existido antes del decreto es tan irrelevante como imposible determinar qué es eso del hiperproteccionismo heredado del franquismo, si es algo abarcable en los límites de una definición o si es un conjunto de características constatables históricamente porque, no hay que olvidarlo, lo que sea que es eso del hiperproteccionismo heredado del franquismo será, según palabras de Quevedo, historia.
En cuanto a la aportación de Miguel Ángel Rodríguez lo único que puede centrar al sesudo analista de tweets es su mención a la reforma sindical, pero siendo los sindicatos algo no viejo ni mucho menos intocable, como él dice que son esas estructuras a las que el decreto traerá esa modernización tan necesaria (todos saben que los sindicatos fueron perseguidos y sus miembros encarcelados durante la Dictadura) pareciera que Rodríguez hablara de la Mesta o de la Iglesia.
A ambos parece que el pasado les trae al fresco, y a quienes le saludan alborozadamente estos tweets también.
En fin, esto es Twitter. 

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